Avenida Brasil

Por Otón Chávez ochavez@parquedelapaz.com Brasil, nuestro hermano iberoamericano en Sudamérica, junto con los restantes países de habla hispana, está expuesto a trifulcas callejeras por reclamos que tienen, a duras penas, relación con el fútbol.Reclaman al gobierno de Dilma Rousseff mejorar los sistemas hospitalarios y demandan más médicos para la atención en la salud; no subir el valor de los pasajes en la trasportación pública, que es estatal; mejorar y ampliar los sistemas educativos; que se reforme alguna cuestión política y que por allí algunos funcionarios públicos han metido las uñas negras en actos de corrupción.La presidenta, que fue guerrillera activa revolucionaria de izquierda y estuvo largo tiempo presa, fue la sucesora escogida por Luiz (Lula) Da Silva para ser candidata y ganar las elecciones con suficiente margen popular –que heredó del exlíder trabajador que llevó a Brasil a estar entre las seis potencias económicas del mundo–, contestó vía televisión que habría revisión de algunos temas y llamaría a plebiscitos.Nosotros, sus vecinos de habla española, formamos nueve países y llegamos a sumar un territorio de aproximadamente 10 millones de kilómetros cuadrados y 213 millones de habitantes contra Brasil, de 8 millones y medio de km² con una población de 205 millones de habitantes. Estamos casi tú a tú, pero ellos son un solo país y nosotros nueve, pero los problemas van más o menos por ahí.¿Por qué detallo estos datos? Porque trato de llegar a comprender a una gran nación. El fútbol del país de la samba tiene cinco títulos mundiales y futbolistas que hicieron y hacen historia; organizó en 1950 un Mundial de fútbol que no pudo ganar de local frente a la garra uruguaya en el hoy remodelado Maracaná. Pero esa derrota, aunque resulta contradictorio, desarrolló el amor propio y los afanes y para llegar a los títulos que hoy posee. Brasil es fútbol, tanto así que la FIFA le otorgó la sede por segunda vez para el 2014.Particularmente siempre he pensado en un país, distinto, bellísimo, donde la gente cuando camina por las calles va bailando. ¿Ese país protesta públicamente cuando hay fútbol? Sí, porque son especiales. Dirán, pienso yo, como el mundo nos mira, ¿por qué no protestar hoy, antes del Mundial? Doña Dilma repito, la vi la otra noche invitando al diálogo y a la acción. Ojalá las partes lleguen a un acuerdo y que se cumplan los compromisos.Ustedes, amables lectores, que han viajado, o visto películas o fotografías por ejemplo de Río de Janeiro, ¿no les parece un paisaje celestial por los cuatro costados, con sus calles planas y elevadas; otras montañas como el Corcovado, la laguna de Freitas, el Pan de Azúcar, las playas infinitas y las garotas de ensueño? Pero también observando los cerros de las humildes favelas, contradicciones de un país que parece todo perfecto, pero no lo es.Tuvo que fabricar una capital ex profeso, Brasilia, para que no se peleen los 26 estados en bronca con Río de Janeiro. Un país que en 1822 se declaró independiente y se constituyó en un imperio bajo el cetro de Pedro I de Braganza, el que en 1831 abdicó a favor de su hijo Pedro II y ya en 1889 una sublevación militar destronó al rey y proclamó la República.Ojalá todo se arregle y la Copa Confederaciones termine deportivamente bien y se juegue el Mundial en el 2014 con la ilusión de Ecuador que estará por allá compitiendo.Un amigo me llamó desde Río de Janeiro el año pasado y me dijo que aunque yo no había visto nunca una telenovela hiciera el esfuerzo y recomendó Avenida Brasil, por la red O’Globo. Le hice caso y no me arrepiento. La trama es digna de Hollywood, es una bellísima película con un jugador de fútbol del Flamengo y no le cuento más porque la están pasando por estas tierras.Con decirles que en Brasil, el año pasado, al término de la telenovela, la vieron 80 millones de personas. ¡Qué trama más espectacular!

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