Gabriela Alcívar
.- “Viene el CD y reemplaza al long play”, fue el titular de una revista extranjera que leyó Ángela Feraud en los años ochenta. Esta súbita frase la desconcertó, pues ella venía trabajando desde los setenta en la fábrica de long play (LP) guayaquileña Fediscos. Sin embargo, una nueva tecnología de la música, el Compact Disc (CD), había arribado a Europa y a América en 1983, y años más tarde llegaría al Ecuador, llevando el audio al mundo digital.

Treinta años después, Ángela, que es nieta de José Domingo Feraud Guzmán, fundador de la tienda de música J.D. Feraud Guzmán y de Fediscos, recuerda con nostalgia la transición del LP y del casete al CD, un soporte en principio para audio y que luego abrió las puertas a los dispositivos multimedia, de video, imágenes y texto.

Con el paso del tiempo y por los estragos de la piratería, solo quedó un local de Feraud Guzmán. Desde allí, Ángela cuenta que en 1990 cuando unas pocas personas empezaron a demandar CD porque ya contaban con los reproductores, inmediatamente la compañía apostó por este soporte digital óptico.

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“Ya había muchos que tenían los reproductores y abrimos los locales de Policentro y Urdesa, lugares donde la gente sí podía adquirir los CD”, cuenta Ángela. Agrega que esta tecnología era muy cara en los inicios, con lo cual se seguían vendiendo casetes y LP. Hoy, el local comercializa LP en solo $ 2 y CD en valores entre $ 10 y $ 15.

El disco compacto fue creado por una alianza de las empresas Sony y Philips, y empezó su distribución en Japón en 1982. Pero luego, decenas de compañías se adhirieron a la tecnología mediante la obtención de licencias. Así, los primeros CD que llegaron a Ecuador vinieron bajo el sello discográfico de compañías como Warner, Wea, Poligram, Universal y Emi.

El primer CD que se comercializó en Estados Unidos fue 52nd Street, sexto álbum de Billy Joel. El primer reproductor de disco compacto que apareció fue el CDP-101, en Japón. Pesaba 7,6 kilos y costaba 168.000 yenes (1.807 dólares).

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Los materiales básicos que se utilizan para la fabricación del CD son el policarbonato de plástico, al que se le añade una capa reflectante de aluminio. Se cree que su tamaño, 12 centímetros de diámetro, fue acogido por los creadores porque es la misma medida que la de la diagonal de un casete. Se trataba de un tamaño manejable que, además, cabía en el bolsillo de las camisas de trabajo.

Estos detalles los brinda la publicación The CD Story (1998) del científico holandés Kees Schouhamer Immik, quien trabajó en el prototipo. Él también desmiente que la capacidad de grabación del CD, de 74 a 80 minutos, haya sido intencional para poder almacenar la 9ª Sinfonía de Beethoven, como cuentan varios medios de comunicación. Los diarios The New York Times y The Guardian afirman esto, porque el presidente de Sony, Norio Ohga, gustaba de la música clásica.

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El CD fue el precursor de nuevas tecnologías, como el CD-R (guarda cualquier tipo de archivos), el CD-RW (se puede reescribir y eliminar archivos), el CD-ROM (únicamente puede ser leído y tiene mayor capacidad de almacenamiento) y el DVD (guarda videos).

Felipe Ribadeneira, subgerente de la cadena de locales Musicalísimo, cuenta que los primeros CD que llegaron a sus tiendas en 1995 fueron History, de Michael Jackson; Daydream, de Mariah Carey y Amor prohibido, de Selena. En J.D. Feraud Guzmán, los discos compactos llegaron antes. Según Ángela, Romance (1991), de Luis Miguel, fue el CD más exitoso de su historia. “Vendimos como 15.000 (discos). Lo poníamos en altoparlante y la gente pedía que lo vuelvan a poner”, cuenta.

Así, de a poco, el CD fue desplazando al LP, al igual que la importación ganaba la batalla a la fabricación local. Fediscos vendió las seis máquinas que tenía para hacer LP y, en cambio, se dedicó a ingresar al país los CD ya listos, que venían principalmente de Colombia.

Según Ribadeneira, actualmente solo existe una compañía en el país dedicada a fabricar CD, Maindisk, pero en aquella época no había. Colombia sigue siendo el principal proveedor de discos originales para Ecuador.

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Él añade que los años 1996, 1997 y 1998 fueron los más exitosos del compacto. “Ya para el 97, era un boom; había muchas empresas, Tower Records, Totos y Notas, People Music, Jairala, Audio y Video”, dice.

Pero llegó la dolarización, y el CD no era ni es un objeto de primera necesidad. La crisis económica del 2000 fue determinante para que las ventas de los locales de música disminuyeran y con ello cerraran varios. Hoy, continúan funcionando Musicalísimo, J. D. Feraud Guzmán y People Music. La piratería es su mayor enemigo.

En el 2011, la Oficina de Comercio de Estados Unidos incluyó a la Bahía de Guayaquil en la lista de los mayores paraísos de piratería en el mundo. Mientras un CD en Musicalísimo cuesta entre $ 12,99 y $ 17,99, en la Bahía se puede conseguir la copia en tan solo $ 1.

“Lo que pasó es que el disco que vendemos nosotros tiene un precio internacional. Siempre creemos que para el Ecuador debería ser un precio más bajo por su economía, pero se mantiene”, dice Ribadeneira.

De acuerdo con los últimos datos proporcionados por la Aduana del Ecuador, en el 2012 se importaron 156,5 millones de discos en blanco. Mientras que en el 2007, fueron 27,5 millones. Los principales países proveedores son China y Taiwán.

Sin embargo, la piratería no es lo único que afecta a los vendedores de discos y DVD originales. También la descarga de música desde internet y, lo más reciente, el streaming, reproducción en línea, a través de sitios como YouTube o Spotify.

Pero Ribadeneira destaca que han encontrado un nuevo nicho, el de las jóvenes fanáticas de músicos como Justin Bieber y One Direction. “Es impresionante, vendimos 3.000 CD de One Direction el año pasado”, dice y asegura que este es un fenómeno que antes no ocurría.

Aparte de esta fiebre, las tiendas de discos originales no hacen más que confiar en los clientes coleccionistas, amantes de la música o que encuentra en el CD un valor especial.