No hay duda que el aluminio es de mucha ayuda para las amas de casa. Es utilizado como papel o envase para alimentos porque actúa como barrera protectora en la pérdida de aromas, los protege de la luz, de la contaminación y la humedad, y permite envolver productos de distintas formas.

Sin embargo, en países como Alemania, Francia, Bélgica, Reino Unido o Brasil, su uso está prohibido para evitar migraciones de sustancias que puedan suponer un riesgo para la salud.

Es difícil prescindir de este material. El aluminio está muy presente en nuestras vidas. Latas, bandejas, cazuelas, utensilios de cocina, papel y otros recipientes utilizan este material y aunque la migración de sales del aluminio a los alimentos es muy pequeña, cuando se trata de productos ácidos como puré de manzana sí hay riesgo.

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Según un estudio de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), un alimento en contacto con papel o recipientes de aluminio contribuye al aporte de este mineral, en especial en alimentos ácidos.

Esta migración depende, sobre todo, de la temperatura y el tiempo de calentamiento (cocción), la composición, el pH del alimento y la presencia de ácidos orgánicos, sal y otros iones.

Según la máster en nutrición Silvia Rodríguez Pacheco, el aluminio de forma natural en ciertos vegetales ofrece beneficios como regular el sueño, mejorar la función respiratoria e impedir  que el intestino absorba el fósforo.

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Sin embargo, en la década pasada se descubrió que está altamente ligado con demencia o Alzheimer.

Cuando hay niveles elevados se presentan también náuseas. En todo caso, si vas a renovar tu cocina prefiere ollas enlosadas, de vidrio o de acero inoxidable.

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Y si no te queda más que usar cazuelas de aluminio, después de la cocción retira la comida.