Hoy se rememoran 100 años del crimen que terminó con la vida del revolucionario, general Pedro J. Montero Maridueña, personaje que aportó al triunfo y afianzamiento del liberalismo ecuatoriano.

El horrendo episodio ocurrió en Guayaquil el 25 de enero de 1912 y fue un terrible presagio para el liberalismo alfarista, que perdió a su máximo líder y otras figuras en la hoguera bárbara del domingo 28, es decir tres días más tarde.

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Montero, el Tigre de Bulubulu, consta en la lista de mártires liberales como Nicolás Infante Díaz, Luis Vargas Torres y Belisario Torres, quienes ofrendaron sus vidas en años anteriores a los sucesos ahora evocados.

Incansable hombre de armas, nació en Yaguachi en junio de 1862 y recibió de su padre, coronel Pedro Montero Ramos, una orientación que primó en el respeto, el pundonor y la lealtad. Incorporado a la vida militar tras estudiar en el colegio Tomás Martínez, en Guayaquil, mostró vocación y alcanzó ascensos permanentes.

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Fielmente identificado con los afanes del liberalismo, participó en combates y campañas de 1883, 1884-1886, 1895-1896, etcétera. Peleó contra Ignacio de Veintemilla y José María Plácido Caamaño.

Igualmente en las batallas de La Aurora, Quevedo, San Antonio de Manabí; asimismo, en Gatazo, Químiag, Chambo, Cuenca, Chasqui y otros sectores patrios.

La campaña del 11 al 22 de enero, que incluyó los combates de Huigra, Naranjito y Yaguachi, apuraron el vergonzoso y criminal acto.

Pese a las estipulaciones del tratado que con la mediación de miembros del cuerpo diplomático se firmó entre los jefes insurrectos y los representantes del Gobierno, Montero no tuvo las garantías necesarias.

Por el contrario, hacia él se dirigió una hostilidad exagerada, sin considerar la fidelidad de sus decisiones. Eso causó que en el momento del consejo de guerra que lo juzgaba recibiera ataques de una turba sediciosa que segó su vida y lo arrastró hasta la plaza de San Francisco, donde le prendió fuego.

El fanatismo, la deslealtad y la traición consumaron así, una vez más, los oscuros fines que le han hecho mal a la nación.