Al nacer, Geovanny no asimilaba el alimento proveniente del seno de su madre, Mónica, quien describe que el menor vomitaba casi inmediatamente después de comer, por lo que acudió al médico y recibió como diagnóstico que el niño es intolerante a la lactosa.

Este componente es un azúcar que está presente en todas las leches de los mamíferos y puede encontrarse en muchos alimentos preparados. “Se la conoce como azúcar de la leche y está compuesta por glucosa y galactosa”, explica el pediatra Galo Murillo.

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La lactasa es una enzima producida en el intestino delgado, que se complementa con la lactosa para que esta sea absorbida por nuestro organismo. “Si los niveles de lactasa son bajos o esta no realiza bien su labor, aparecen dificultades para digerir la lactosa”, dice el médico.

Pedro Gutiérrez, director de Investigación del Instituto Nacional de Pediatría de México, describe a la intolerancia a la lactosa como una situación gastrointestinal que ocurre hasta en el 30% de los menores de 6 meses, y en el 17% de los mayores de esa edad.

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Hay dos causas para que se presente, la lactosa: inmadurez de los sistemas de absorción de los intestinos, que se produce cuando se cambian de manera frecuente los alimentos en los menores o debido a un cuadro clínico de gastroenteritis infecciosa, que hace que se deje de producir lactasa en el cuerpo.

Frecuentemente en la consulta del médico, las madres llegan con un niño que presenta hinchazón en el abdomen, exceso de gases, cólicos, vómitos, síntomas de intolerancia que pueden confundirse con otros males.

“El error más frecuente de padres de familia y médicos es pensar que todo síntoma de enfermedad a nivel gastrointestinal es cólico, pero la intolerancia a la lactosa se enmarca en este grupo de patologías y presenta malestares parecidos, por eso debemos estar alerta”, dice Gutiérrez.

Es común que las madres de familia intenten medidas caseras como las “aguas de vieja” al momento que el niño presente los síntomas mencionados, pero desde el punto de vista profesional estos deterioran al niño, pues no le aportan las proteínas, grasas, vitaminas y minerales que necesita.

Por eso sugiere como una de las opciones para alimentar a los niños con intolerancia a la lactosa productos que cumplan con los elementos de la alimentación integral y al mismo tiempo de la alimentación preventiva. Señala al respecto dos alternativas: las fórmulas libres o reducidas en el contenido de lactosa y las fórmulas a base de proteínas de soya.

No es lo mismo hablar de una alimentación basada en soya que “fórmulas con proteínas derivadas de la soya”, a las que se le deben agregar grasas y azúcares para complementar la dieta. Aclara eso porque hay personas que preparan la leche de soya en casa, “pero ignoran que el grano no procesado de la soya contiene una sustancia que se llama fitatos, que bloquean la absorción de hierro y zinc en los niños”.

Al respecto, Murillo señala que no se puede decir que el consumo de soya es perjudicial, pues son muchas sus ventajas nutricionales y beneficios que aporta al organismo, aunque recomienda no tomarla como base exclusiva de una alimentación equilibrada en niños.

Más datos

Especialistas cubanos evalúan las potencialidades de la leche de cabra para combatir la intolerancia a la lactosa en las personas, publicó el portal DTCuba.

La semana pasada, Pedro Gutiérrez, director de Investigación del Instituto Nacional de Pediatría de México, presentó en Guayaquil una alternativa basada en la proteína de la soya para tratar la intolerancia a la lactosa denominada Iso mil dos.