‘Esto no es Justo’, tituló con gracia (y acierto) el diario Olé. Se refería al increíble partido Brasil 0, Paraguay 0, en el que la verdeamarilla jugó en alto nivel (su mejor prestación en esta Copa América), acorraló a la albirroja, generó incontables situaciones de gol, pero agonizó indefectiblemente en las manos esta vez prodigiosas del arquero Justo Villar.
Los cuatro encuentros de cuartos de final tuvieron un denominador común: los que propusieron el partido, quienes más atacaron y llegadas tuvieron, fueron eliminados. Y, en general, resultaron héroes los arqueros rivales: Muslera, Villar, Renny Vega, el segurísimo candado venezolano.
Publicidad
Pero luego se mira y se analiza todo desde la exclusiva óptica del resultado. Desde este prisma, sin ruborizarse, puede analizarlo Venezuela, un fútbol que antiguamente era humillado 9-0, 7-1 o 6-0 y que ahora llega a semifinales de una Copa América. Invicto, además. Y habiendo tenido que enfrentar a Brasil en su debut. Aun si colgara 11 hombres del travesaño para defenderse, Venezuela debería ser absuelto de cargos: trata de escalar posiciones, de no perder, de conseguir algún éxito internacional. Es lógico.
Pero, a excepción de la Vinotinto, los demás no deberían excluir de sus conclusiones la forma en que llegó cada uno.
Publicidad
Alegría, mérito, orgullo. Se entiende la alegría paraguaya por haber eliminado a Brasil. Es genuina. Pero no debe confundirse alegría con mérito, y menos con orgullo. Futbolísticamente no hay tanto de qué ufanarse en ese pase a semifinal. Un equipo peloteado de manera inmisericorde durante 120 minutos, desbordado, arrasado por momentos, que perdió la pelota, las marcas, la línea de juego. No vemos hazaña ahí. Un milagro hizo que no fuera derrotado en el tiempo de juego. Y otro en los penales: que Brasil ejecutara cuatro penales y malograra los cuatro entraba en el terreno de la ficción. Desde el domingo es real.
La inquietud de Martino. Como sujeto pensante que es, el único que no estaba eufórico era Gerardo Martino, técnico de Paraguay. Se lo veía muy preocupado durante el juego con Brasil. Íntimamente debe estar inquieto pensando en la Eliminatoria. “La única manera de ganarle a Venezuela es mejorar futbolísticamente”, declaró. Sabe que muchos jugadores están en bajo nivel y no se vislumbran muchos talentos nuevos. Tiene muchísimo para reparar en el casco de este barco paraguayo si no quiere zozobrar en la travesía hacia el Mundial. No ha sido el Paraguay sólido, efectivo de otras veces. Le falta juego, gol, salida desde el fondo, posesión de pelota.
¿El cómo no existe…? Cada día importan menos las formas, en la vida también, aunque nadie nos quita el derecho a reivindicarlas. Posiblemente, James Cameron se envanecerá recordando que Terminator fue una de las películas más taquilleras del cine, pero habrá sentido una enorme envidia de Giuseppe Tornatore al ver Cinema Paradiso. La italiana no habrá recaudado ni el 1% de lo de Terminator, pero es una de las obras maestras del cine universal. Un poema a la vida. Se la puede ver una vez y otra y otra más… El espectador siempre quedará fascinado, con el alma sensibilizada.
Niveles diferentes. También es bueno no confundir garra con reciedumbre. Y reciedumbre con violencia. Son tres niveles diferentes.
El mérito de Messi. No es fácil descollar cuando uno va a recibir la pelota y sabe que le vienen a cortar la pierna. Y a pesar de eso, anticipar, esquivar, salir hacia atrás, amagar para hacerse un espacio y luego, recién luego, comenzar la jugada. Con todo, apiló rivales, buscó el gol, generó las situaciones de riesgo, hizo pases fantásticos.
Preocupación. La prensa brasileña fustigó ácidamente la actuación de la Seleçao. También allí se dictaminó exclusivamente por el resultado. Pero Brasil jugó como para ganar 5-0. Lo que sí debe preocupar a Mano Menezes es no tener nuevos torneos para saber dónde está parado de cara a su Copa del Mundo. El torcedor se alegra, pues jugará el Mundial sin necesidad de competir previamente, pero sabiendo que Brasil siempre clasifica, lo mejor que le podría haber pasado era disputar la Eliminatoria. ¿Hay mejor preparación que esa…?
“Proyecto a largo plazo”. En fútbol, debe ser la frase más escuchada de los últimos 40 años. En todos los órdenes de la vida, la estabilidad es buena consejera. Pero cuando las cosas no funcionan, cambiar es una alternativa perfectamente válida. Los últimos tres campeones de la Libertadores cambiaron de técnico a mitad del torneo (Estudiantes 2009, Internacional 2010 y Santos 2011). Jugaban mal, perdían. Reemplazaron al conductor y dieron la vuelta olímpica. No hay una receta única para el éxito. Lo que hay que evaluar es si el DT demuestra ser inteligente o no. Se dice: “Uruguay respaldó el proyecto de Tabárez”. No, Tabárez es un técnico excepcional, ¿cómo no lo van a respaldar…?