El ambiente en el béisbol de las Mayores se conmocionó el viernes pasado cuando se conoció la noticia que el pelotero Manny Ramírez había decidido, abruptamente, anunciar su retiro.
Las Grandes Ligas anunciaron que Ramírez se retiraba luego de enfrentar “problemas con el programa de prevención y tratamiento de drogas”. El comunicado no especificaba si el dominicano había dado positivo en un análisis antidopaje por segunda vez en su carrera, lo que le habría acarreado una suspensión de 100 partidos.
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Sin embargo, una fuente informada de la situación confirmó que esto fue lo que pasó y que, a sus 38 años, el quisqueyano optó por despedirse para no afrontar una segunda suspensión por consumo de drogas. Ramírez fue sancionado por 50 partidos en el 2009 cuando jugaba para los Dodgers de Los Ángeles.
Manny fue uno de los mejores bateadores de las últimas décadas. Debutó con los Indios de Cleveland, pasó a los Medias Rojas de Boston, donde se convirtió en ídolo y factor importante por la conquista de dos Series Mundiales (2004 y 2007) para este club, luego de una larga espera de 86 años. Con Boston firmó un contrato por ocho temporadas a cambio de 186 millones de dólares.
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Cuando cubrimos la Serie Mundial del 2004 y llegamos al Fenway Park, junto a Jorge Akel y Roberto Íñiguez, nos llamó la atención que en una de las avenidas cercanas al estadio había una gigantografía con una foto de Manny. ¿Un estado de profundo origen anglosajón como Massachusetts, dando tributo a un latino y de raza negra? Se lo ganó por la magia y la contundencia de su bate.
Luego de la gloria de ganar dos títulos en el 2008 fue transferido a los Dodgers, en donde cumplió la suspensión de 50 partidos por dar positivo. Cuando regresó, los fanáticos de Los Ángeles lo recibieron con gran ovación y pronto se convirtió en su nuevo ídolo. Manny colaboró esa temporada en la obtención de la serie divisional y el campeonato de la liga.
Luego pasó a los Medias Blancas de Chicago y en el 2011 firmó con Tampa Bay por un año y algo más de 2 millones de dólares, pero que tuvo un inicio frío, cayó en mala racha y en 16 turnos al bate solo había disparado un hit. En las dos últimas veces que fue al plato fue abucheado y Joe Maddon, su mánager decidió el jueves darle descanso. Pero se hizo público al día siguiente el escueto comunicado de la MLB.
Cuando un personaje público y famoso empieza a mostrar una conducta rara es que algo extraño está pasando por su mente. Empieza a fantasear, perder sencillez y humildad y entra en contradicciones y excentricidades como cuando se fue a orinar detrás del enorme muro del jardín izquierdo del estadio de Boston mientras se hacía un cambio de lanzador, su arete, pantalón arrastrando por el piso. Su repentino retiro es un retrato preciso a sus contradicciones que marcaron su carrera y su grandeza se disipa.
El béisbol ve marcharse a uno de sus mejores jugadores. Quizá uno de los más contundentes bateadores en las últimas dos décadas. Pero también pierde el publico, pero el que más sale perdiendo de todo esto es el mismo Manny Ramírez, que se fue por la puerta de atrás.