Por Francis Pisani
.- Los empresarios y emprendedores de Silicon Valley se ufanan del impacto mundial de Apple en la tecnología de la información y no les preocupa dónde se fabrican sus aparatos siempre y cuando el design se realice en casa: iPhones, iPads y Macs se diseñan en Cupertino. Pero con paciencia, dedicación y tesón nada impediría que un buen diseño partiera de otras latitudes.
Silvio Meira, en Recife, en el noreste brasileño, concuerda con la importancia del design, pero también apuesta por lo que llama "economía creativa" (que incluye música y cine, entre otros). Si bien es cierto que Recife debe aprender de Silicon Valley (modelo de negocio realista, visión global para los productos), también lo es que Brasil puede posicionarse en el mercado por la sencilla razón de que "esencialmente se reduce a un asunto de brainware (ideado a partir del cerebro), y no hacen falta inversiones multimillonarias" como pudo ser el caso en la industria automovilística.
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No se trata de competir con Silicon Valley. La cantidad y calidad de la oferta, la extensión de sus redes y su visión global, la sitúan en una categoría aparte. No por ello habría que "limitarse a implementar sus diseños", estimó Meira en una entrevista realizada durante un viaje reciente a invitación del gobierno brasileño.
Para lograr su cometido, Meira participa, entre otras, en las actividades del Centro de Estudios y Sistemas Avanzados de Recife, César, creado en 1996 por profesores de informática, es una incubadora cuyo objetivo es "transferir el conocimiento en tecnologías de la información entre academia e industria de una manera sustentable", según explica Sergio Cavalcante, su director. De esta manera, aspira a fijar los talentos locales y atraer grandes empresas nacionales y extranjeras (Accenture, Motorola, Nokia, entre otras). Se remunera con acciones de las empresas que ayuda, lo cual le permite ser económicamente independiente.
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Desde el 2000 cuenta con el apoyo de Porto Digital, el mayor parque tecnológico del país en facturación y número de empresas (142), instalado en una isla de la ciudad. Partiendo de una buena tradición universitaria en informática, la iniciativa de este pequeño grupo de individuos consiguió crear un verdadero polo de desarrollo. Les falta mucho para imponerse. Apenas han transitado "2/5 partes del camino", explica Meira en su blog, y "la dificultad estriba en cómo monetizar tales esfuerzos y atraer las inversiones necesarias".
No es tan difícil conseguir dinero-semilla, pero la gente no corre el riesgo de invertir con presteza grandes sumas en empresas de tecnología. Para ello César creó su propio fondo (Saints), pero con apenas 20 millones de reales (poco más de 13 millones de dólares) su campo de acción es minúsculo. Las empresas pueden recurrir a la Finep (Financiadora de Estudos e Projetos), agencia de apoyo a la innovación, con base en Río de Janeiro y un presupuesto de $ 3.000 millones.
Ayuda a pequeñas y grandes empresas, subvenciona proyectos de investigación y hasta contribuye al capital de riesgo con préstamos a intereses muy por debajo del mercado. "No financiamos la expansión de las empresas", explica Glauco Arbix, su presidente: "solo financiamos la innovación".
No elimina las dificultades. Debido a la crisis, el presupuesto de la Finep para el año 2011 ha disminuido, no obstante que, según Luis Anavitarte, vicepresidente a cargo de los mercados emergentes de Gartner, "debería duplicarse para contribuir al crecimiento del país".
La segunda dificultad procede de que cuando el gobierno se refiere a "tecnología" obviamente no se limita a las TIC. Nos interesa la "articulación de proyectos estratégicos", explica Aloizio Mercadante, ministro de Ciencia y Tecnología. Pero en un mundo donde Brasil tiene que fortalecerse como superpotencia en agroexportación y preservar su ventajoso sitio en producción energética (48% proviene de energía renovable), su esfuerzo se enfila a dichos sectores más que al de tecnologías digitales, aun cuando reconozcan que las TIC juegan un papel clave en la innovación de las demás tecnologías.
Con relación al resto de América Latina, Brasil se beneficia de su enorme mercado interno en crecimiento, gracias al éxito de la política de inclusión social del gobierno de Lula: en diez años 28 millones salieron de la pobreza para ubicarse en la clase media.
Curiosamente, el mayor freno a la inclusión digital parece radicar en la sana actitud económica de las empresas de telecomunicaciones (no les acarrearía ganancias y sí más costos): el 80% de los brasileños con teléfono móvil usan tarjetas de prepago mínimo, que les permite recibir llamadas aunque casi no llamen.
La banda ancha, por otra parte, sigue siendo angosta y muy cara (250 dólares mensuales en Manaos, 55 en los barrios pobres aledaños a Brasilia). Las cinco empresas que controlan el 95% del mercado obtienen más ganancias con las comunicaciones de voz y temen que el tráfico de datos (que requiere mayor sofisticación tecnológica) "canibalice" su mercado, explica Rogerio Santanna, presidente de Telebrás, empresa pública promotora de tecnología.
Las empresas privadas "se encuentran en un punto óptimo, dice, pero no desde la perspectiva del gobierno" que parece estar dispuesto a lanzarse al mercado si no consigue convencerlas. Como en el resto de América Latina resulta muy difícil interesarlas en la "base de la pirámide", ya explotada con éxito en India y Bangladesh. Tampoco parecen tener muy claro que cuando la penetración de la banda ancha se incremente en el 10%, el PIB crece en el 1.3%. Al menos que no sea su problema.
Links
Telebras
www.telebras.com.br
Finep
www.finep.gov.br
Cesar:
www.cesar.org.br
Porto Digital
www.portodigital.org
Blog de Silvio Meira
smeira.blog.terra.com.br