La realidad es que soy uno de los pocos que todavía viven que fue testigo del origen del espectacular Clásico del Astillero. Ahora, todos podemos afirmar, con datos de los enfrentamientos de los dos grandes, que es el clásico, a nivel mundial, que registra una paridad estadística mucho más equilibrada que otros duelos de este tipo en otros países (58 triunfos para cada uno).
Si bien es verdad Barcelona y Emelec registran su afiliación en la Fedeguayas desde mayo de 1925 (los amarillos) y desde abril de 1929 (los azules), inicialmente se medían en otros deportes, especialmente en béisbol. No es menos cierto que ya desde la década de los cuarenta comienzan a caminar por el fútbol en forma menos accidental y más nítida.
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Alguna vez, Sigifredo Agapito Chuchuca, uno de los artífices de la popularidad torera, me dijo textualmente: “cuando yo llegué de la conscripción, desde Santa Elena a Barcelona, era básicamente un equipo de béisbol, pero cuando ascendimos a la serie A se trajo a los panamitos (se refería a Enrique y Jorge Cantos, Pelusa Vargas, Nelson Lara, Fausto Montalván) ya éramos un equipo de fútbol”.
Emelec, después de andar metido en béisbol, básquet, boxeo, natación y otros deportes, reaparece a fines de 1940 y en 1941, en la serie B de la Fedeguayas, disputó el título de esa división con la Unión Deportiva Española. Barcelona fue campeón en la categoría intermedia en 1941 para llegar en 1942 a primera. Emelec estuvo a la intermedia en 1943 y luego con Barcelona también, siguen juntos en 1944 y 1945.
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El 1 de diciembre de 1945 se inauguró el Capwell, para fútbol y béisbol, y el 22 de septiembre de 1946 jugaron Barcelona y Emelec en dicho estadio un partido de béisbol. despidiendo al gringo George Capwell, que se trasladaba a Panamá en un ascenso en su cargo de la Empresa Eléctrica.
Hasta fines de 1947 los partidos de fútbol entre los dos aún no eran populares. Pero entre abril y mayo de 1949 sucedió algo especial: se jugó en once fechas el torneo del Pacífico con Magallanes, de Chile, Alianza Lima, de Perú; Aucas, de Quito, Barcelona y Emelec. Los que recuerdan dicho certamen estarán de acuerdo conmigo en que se revolucionó a la afición local, que asistió masivamente a todos los encuentros.
Ese torneo Emelec y Barcelona empataron en las dos vueltas (3-3 y 1-1) y se alborotó el avispero dividiendo el fanatismo. En el primer juego goles toreros fueron de Jiménez, Enrique Cantos y Chuchuca; los eléctricos de Víctor Lindor y Hugo Mena (2). Jiménez por los toreros y Arteaga por los eléctricos anotaron en el segundo.
El torneo del Pacífico terminó con tres campeones (Magallanes, Barcelona y Emelec) y pocos meses después, en seguidilla de partidos, se denominó clásico en un juego que se desarrolló a favor del Círculo de Periodistas Deportivos.
Hay que decir algo: el equipo popular de Guayaquil era Norte América, que fue decayendo en el gusto de la gente. El que aparecía como rico, con dinero, dueño de un estadio y reforzado con extranjeros era Emelec.
Por su parte, Barcelona era el de los “criollos” y allí se adueñó de la popularidad norteña.
Mucho se puede hablar, discutir y conversar, pero esta es mi versión, como puede ser de la otros distinguidos periodistas deportivos como Mauro Velásquez Villacís, Alberto Sánchez Varas y Ricardo Vasconcellos Rosado (quien escribió el borrador de un libro sobre la historia del estadio Capwell, que debería ser publicado en fascículos y entregados a la hinchada eléctrica en cada juego).
Que esta noche gane el mejor, aunque en los Clásicos no existen los axiomas. Hay que jugarlos y es de rigor ese colorido de las barras y el ánimo de las hinchadas. Esta noche puede romperse la paridad o ¿se mantendrá la igualdad?