EFE
San José.- Apenas despunta el sol en Guanacaste, en el Pacífico norte de Costa
Rica, y ya unos 200 animales africanos como jirafas, cebras, antílopes,
dromedarios, avestruces y ñus, esperan con ansias su desayuno.
Están a
miles de kilómetros de distancia del que debería ser su hogar pero
ellos lo ignoran.
Publicidad
El paisaje guanacasteco es similar a la sabana
africana, y eso, más los cuidados especializados que reciben, parece ser
suficiente para llevar una vida placentera en las llanuras de este país
centroamericano.
Y es que en las cien hectáreas del zoológico África
Mía, abierto hace un lustro, conviven en semi-cautiverio especies
exóticas africanas con otras nativas americanas como monos, guatusas y
el venado de cola blanca, símbolo nacional de Costa Rica.
Para Roxi,
la primera jirafa nacida en Centroamérica, la pampa y el calor seco del
Pacífico norte, así como los árboles de higuerón, en lugar de las
acacias, son su hábitat natural, el único que ha conocido en sus casi
tres años de vida.
Publicidad
Pero la particularidad de este parque no es solo
el mantenimiento de estos animales, sino que se ha convertido en un
sitio altamente exitoso para su reproducción.
La veterinaria Tania
Pivovarova, encargada del cuidado de los animales del zoológico, explicó
a Efe que cada año nacen en África Mía entre 30 y 40 animales. En lo
que va de este año ya recibieron un dromedario y un antílope, mientras
que Amapola, otra jirafa, se encuentra en celo.
Lo que empezó como un
proyecto con menos de 30 animales alberga hoy a 211, por lo que es
posible hablar de cebras, jirafas, dromedarios y antílopes
costarricenses.
Para el biólogo Rónald Quesada, este "baby boom" africano demuestra las buenas condiciones en las que viven estos animales.
Los
días de Roxi y sus compañeros transcurren con relativa tranquilidad:
tienen alimento y agua suficiente, espacio para correr y jugar y sus
vidas casi no corren peligro pues en el parque no hay animales
carnívoros.
Su única interrupción cotidiana son los turistas, ya sean
nacionales o
extranjeros, que llegan a este lugar para conocerles y, a
bordo de un jeep estilo safari, fotografiarles y tratar de tentarles con
zanahorias o algún otro vegetal de su preferencia para que se acerquen y
obtener un primer plano memorable.
Pivovarova comenta que aunque el
parque trata de acercarse al máximo a las condiciones naturales
africanas, con terrenos llanos, secos y con temperatura similar
(promedio superior a los 25 Celsius todo el año) y una estación seca y
otra lluviosa bien definida, hay algunas diferencias, como la vegetación
que sirve de alimento a los animales, aunque no se han registrado
problemas por esta dieta.
La salud de los animales es vigilada
constantemente y se mantiene un estricto control sobre el agua y la
comida, para evitar cualquier enfermedad.
De hecho, los encargados del zoológico aseguran que su mayor preocupación son las riñas entre machos por las hembras en celo.
"Como
acá no tienen que competir por alimento no tenemos problemas en ese
aspecto. Para facilitar el manejo en cuanto a territorialidad, como
norma general, los separamos entre animales con cuernos y sin cuernos",
detalló Quesada.
"Los principales accidentes que hemos tenido son por
cornadas durante las peleas. Tenemos que ser muy cuidadosos porque en
esto una falla de manejo puede generar una muerte", reconoció, por su
parte, la veterinaria.
África Mía se ubica a unos 200 kilómetros de
San José, unas cuatro horas en auto, y su objetivo es recrear las
condiciones de los famosos safaris africanos, algo que ha logrado con
bastante éxito.
Guías especializados manejan los todoterreno por las
"sabanas particulares" donde los animales más tímidos como los ñus
escapan en manada por el ruido del motor, mientras otros más curiosos
como jirafas y antílopes se acercan para observar a los visitantes.
Además
de una atracción turística, en cinco años de existencia este zoológico
se ha convertido en un criadero importante de especies africanas a nivel
centroamericano.
Pero el proceso, de acuerdo con los encargados,
apenas inicia, pues entre los proyectos para el futuro destaca la
introducción de hipopótamos, rinocerontes y otros antílopes que
acompañen a los orix, eland gigantes, bongos y watusis, cuyas pisadas
marcan cada día más la sabana costarricense.