En proyectos realizados actualmente en Ecuador por la Fundación Proambiente, las pilas son recogidas en diferentes sectores (actualmente solo Quito) en recipientes especiales que son entregados a la Secretaría de Ambiente del Municipio de Quito. Luego son vendidas a una institución llamada Fonag, que se encarga de reutilizar todos los elementos posibles de estas. Otra opción es que se mezclan con cal para formar bloques y así elaborar monumentos u otro tipo de construcciones.
Sandra Varela, de Blog Verde, asegura que el reciclaje de una tonelada de pilas usadas permite la obtención de 600 kg de metales pesados, incluidos, por ejemplo, 300 a 350 kg de zinc, 20 kg de níquel y 2 kg de mercurio. “Estos compuestos, contenidos en una sola pila, son suficientes para contaminar 40 litros de agua durante 50 años”, afirma, y agrega que por esta razón es fundamental buscarles una segunda vida útil.
El proceso de reciclaje
Empieza al deshacerse de las pilas usadas por medio de los contenedores de recogida selectiva que existen. Si realiza una recolección selectiva, las pilas usadas se llevan a una planta de reciclaje, donde el mercurio se separa de otros metales y el resto de materiales que constituyen las baterías usadas pueden ser recuperados.
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Las pilas convencionales son sometidas a un proceso mecánico con diferentes etapas de trituración bajo condiciones de refrigeración con nitrógeno. Las pilas trituradas se introducen en un destilador que se calienta hasta la temperatura adecuada para su posterior condensación.
Las pilas de reloj son sometidas a un proceso de tratamiento para la recuperación del mercurio, también mediante destilación.