No solo los clubes del Astillero contrataban, antaño, a futbolistas extranjeros de prestigio internacional para reforzarse y convertirlos en atracción de taquilla.
En 1982, Liga de Portoviejo cumplió una campaña inolvidable, que estuvo a punto de llevarlo a la Copa Libertadores, gracias al talento del centrocampista argentino Mariano Biondi, que temporadas atrás había sido figura de Independiente.
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En 1977 y 1978, Biondi compartió línea media con Ricardo Bochini, símbolo del club rojo de Avellaneda, en los campeonatos nacionales ganados en esos años.
En 1982 también llegó un mundialista brasileño de trayectoria espectacular: Jairzinho, campeón en México 1970, donde fue el mayor artillero auriverde (7 goles).
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Omar Quintana, presidente de 9 de Octubre, convenció al astro que logró la Libertadores con Cruzeiro, en 1976. Un año antes de llegar, Jairzinho había cumplido notables jornadas en el Jorge Wilsterman, de Bolivia.
Solo mostró chispazos de su legendario talento, pero su fichaje causó una revolución en el medio futbolero.
En 1985, 9 de Octubre, empeñado en armar equipos competitivos, trajo al zaguero Roberto Mouzo.
El argentino, que vino de 32 años, era ya uno de los máximos símbolos de Boca Juniors (ahí fue tres veces campeón nacional, bicampeón de la Libertadores y una vez campeón mundial).
Liga (P) incorporó en 1987 al uruguayo Waldemar Victorino, con 35 años y aún muchos goles en sus botines.
También ostentaba varios títulos, especialmente con Nacional, de Montevideo. Sus tantos fueron clave para que Nacional obtuviera la Copa Libertadores y la Intercontinental de 1980.
Con 24 anotaciones Victorino, figura portovejense, compartió la corona de goleo de 1987 con Hamilton Cuvi (Filanbanco) y Érmen Benítez (El Nacional).
Ese mismo año vino para Aucas otro titular de la selección charrúa: el cerebral pero temperamental Carlos Ernesto Berrueta, que en 1990 fue campeón con Liga (Q).
El atacante Luis Alberto Acosta, que ganó como titular de Uruguay la Copa América de 1983, fichó por Filanbanco en 1989. El Loco vivió momentos de gloria en Barcelona, donde fue finalista de la Libertadores, en 1990. Luego jugó para Liga (Q).