Stephanie Gómez.- Un dragón blanco de ojos azules libra una dura batalla en la que dispara un rayo de luz que destruye a su rival, un dragón  negro y se apodera de 800 puntos de vida de sus 8.000 iniciales. Este es un lenguaje común entre los aficionados al juego de cartas basado en la serie animada japonesa  Yu-Gi-Oh!

Este pasatiempo, que Fabricio Gil y Ricardo Albán comparten  con amigos, es un juego de estrategia entre dos personas o 'duelistas' que se enfrentan usando su  deck (mazo o barajas) donde combinan sus cartas para vencer a su oponente.

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Este juego se popularizó en el país desde el 2002 cuando la serie de anime japonés comenzó a transmitirse en la  televisión  local. En ocasiones, grupos conformados por de más de 30 personas se reúnen en los patios de comida de los centros comerciales de la ciudad para "enfrentarse en mortales combates", aunque todo es ficticio.

Origen del juego
La palabra Yu-Gi-Oh! proviene de Yugio, que en japonés significa Rey de los Juegos.

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La historia, que se inició en 1996,  relata la vida de un  chico llamado Yugi Muto, amante de los juegos de mesa, hasta que su abuelo Sugoroku Muto, que  era arqueólogo, encontró el Rompecabezas Milenario, uno de los siete artículos que contiene el alma de un antiguo faraón.

El duelo de monstruos (duel monster), como se  llama al juego, retoma una legendaria tradición egipcia que señala que  los faraones se divertían con un pasatiempo similar que incorporaba conjuros, presagios y mágicos rituales y monstruos.

Fabricio Gil, ingeniero agrónomo de  33 años,  es uno  de los cuatro coleccionistas oficiales de cartas de Yu-Gi-Oh! del país, los otros residen en Ibarra, Cuenca y  Guayaquil, además de ser representante  de la  empresa Upper Deck Enterteiment (EE.UU.), que distribuía los naipes en ese entonces; la dueña actual es Konam.

Junto con sus amigos  organizaba torneos de combate para difundir esta moda  entre los jóvenes, especialmente en  hombres, pues  pocas mujeres se interesan  en el tema.

"Yo he tratado de enseñarle a unas amigas, pero  no les gusta y lo dejan", dice David Pérez,   universitario de 21 años.

Estos combates se  desarrollan todos los sábados en distintos lugares  de la ciudad, donde jóvenes de toda edad y condición social demuestran sus habilidades. Para iniciar el duelo,  los dos jugadores barajan sus mazos y lo ofrecen a su contrincante para que lo corte y determinan quién va primero.

Cada participante empieza con cinco cartas robadas (seleccionadas) de su mazo de hasta 40 barajas y con 8.000 puntos de vida. Pierde aquel  jugador que  tenga su nivel de vida en cero puntos o se queda sin cartas en su mazo.

Para calcular el daño al oponente se siguen tres pasos:  si los dos monstruos están en posición de ataque (en forma vertical), solo sobrevive el monstruo con más ataque.

Cuando un monstruo tiene menos ataque que la defensa del contrario, uno lo puede conservar pero pierde la diferencia de puntos que hay entre ambos oponentes.

Si no hay monstruos en un lado del campo y en el otro sí, se ataca directamente a los puntos de vida restándole todos los   de vida del que lo recibe.

Los tipos bases de cartas son: monstruos (amarillas y café), magias (verdes) y trampas (rojas). Estas se  clasifican a su vez en comunes, paralelas, raras, superraras, ultrarraras y ultimates. Para un enfrentamiento se debe tener una baraja de cada tipo para poder defenderse y también atacar,  manifiesta Ricardo Albán,  aficionado y profesor de un colegio local.

Aunque a simple vista este pasatiempo parece un juego de mesa, para muchos de  sus seguidores significa también un negocio. Albán, que juega desde hace ocho años, comenta que hay ocasiones en que dentro del  mazo  faltan cartas importantes al momento de enfrentarse.  Es ahí cuando se recurre al intercambio  de naipes e incluso a la venta de los mismos.
"Dependiendo de la clase y rareza de la carta puede que  te la regalen o la vendan".

Hay cartas que son más difíciles de conseguir, como las ultrarraras, que suele salir una en cada 450 sobres.

Manifiesta que hay personas que  asisten a los torneos solo para comercializar las cartas. "Cada sobre cuesta alrededor de  5 dólares".

Gil,  uno de los más antiguos jugadores, tiene una colección de  4.000 cartas, cuyo monto estaría valorado en  $ 19.000 aproximadamente, asegura. "Las cartas más valiosas las dejamos guardadas en casa".
 

FABRICIO GIL
"No solo es un juego,  también ayuda a desarrollar tu agilidad mental, al sumar y restar los puntos de tu oponente".