Charles Darwin, nacido hace 200 años, puso al hombre en su lugar al incluirlo en la larga historia de la evolución de las especies, desmintiendo la creencia de una creación divina y fundando la biología moderna, antes de ser recuperado con fines racistas o eugenistas.
El científico inglés, al igual que otros naturalistas que lo precedieron, encontró en los animales muchas características comunes y trató de explicar el origen de las mismas. Quiso comprender, por ejemplo, por qué todos los que tienen pico tienen también plumas, o por qué todos los que tienen miembros tienen también vértebras.
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Basándose en la geología, demostró que las especies evolucionaron a través de la selección natural, que favorece algunos rasgos (tamaño, color, forma...) o comportamientos de los organismos vivos en un medio ambiente dado.
"Hay muchas variaciones en la especie. Los que son momentáneamente aventajados por las condiciones de su entorno dejan más descendientes", explica Guillaume Lecointre, profesor del Museo Nacional francés de Historia Natural.
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Esta ley explica la larga historia de la vida en la Tierra, desde la aparición de organismos unicelulares hasta los mamíferos y el hombre.
La evolución
Revelada en 1859 en "El origen de las especies", la teoría de Darwin causó escándalo entre quienes creían en la creación divina de especies inmutables.
Hoy, la mayoría de los cristianos aceptan (exceptuando los llamados creacionistas) el principio científico de la evolución, pero el papel desempeñado por el azar en la aparición de las variaciones o de nuevas especies sigue siendo para muchos un escollo.
Por lo demás, el pensamiento de Darwin fue rápidamente utilizado por algunos de sus contemporáneos para justificar -con el lema de "la supervivencia del más apto"- el dominio de la raza blanca o de los países occidentales.
Y ello pese a que Darwin escribió en el quinto capítulo de "El origen de las especies": "Las especies que sobreviven no son las más fuertes ni las más inteligentes, sino aquéllas que se adaptan mejor al cambio".
En "La descendencia del hombre", publicado doce años después, Darwin extiende su teoría al hombre, que "con todas sus capacidades sublimes, sigue llevando en su construcción corporal la huella indeleble de su bajo origen".
Darwin demuestra en esa obra que la selección natural "ha favorecido en la evolución humana el desarrollo de instintos sociales y el aumento correlativo de las facultades racionales", señala Patrick Tort, autor de un Diccionario del Darwinismo.