Algunos de quienes hacemos uso constante de las vías a la costa, y por qué no decirlo también de quienes eventualmente lo hacen, podemos notar que hay un porcentaje bastante elevado de “conductores” que no tienen la menor idea de lo que son las normas elementales del uso de las vías de doble carril.
Parece que nadie sabe que el uso del carril derecho de una autopista es el obligatorio y correcto para circular a la velocidad máxima permitida o algo menor, y que el carril izquierdo se utiliza únicamente para rebasar, mas no para quedarse como dueño del mismo sin importarle cuánto daño le hace al flujo normal de usuarios, que con criterio, también conducimos.
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Para citar un caso que regularmente ocurre: dos vehículos ruedan a 60 kph; el uno por el carril derecho (que es lo correcto) y el otro por el izquierdo a la misma velocidad. ¿Qué producen?, bloqueo. Acto seguido el conductor que quiere rebasar, como no lo puede hacer, entonces hace uso del pito, y como respuesta lo que consigue son malas señas, insultos..., y en algunas ocasiones hasta agresiones entre los “actores”.
En la noche viajaba de regreso a Guayaquil, con lluvia, y un tráfico típico de temporada de playa, el cual es de lo más estresante y peligroso: nadie respeta nada, se hace mal uso de las luces de emergencia, al igual que de las direccionales, se conduce a 30 kph, por el carril que a cada quien le da la gana; los que vienen en sentido contrario no bajan la intensidad de las luces; el agua se empoza en la vía y crea charcos que no permiten maniobrar; los choferes de buses hacen lo que les viene en gana. Se suma a esto, el peligro que representa la gente que recién aprendió a manejar, la que de un momento a otro sale a la carretera y de pronto se encuentra en una situación como esta; entonces, por su falta de experiencia no sabe qué hacer y opta por bajar al mínimo la velocidad, creando un caos terrible. Así, podría enumerar muchas otras fallas de los conductores.
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La Comisión de Transito del Guayas está en la obligación de hacer una campaña intensiva de educación vial por la prensa escrita, radio y televisión, para que la población aprenda y haga conciencia de que un buen conductor no es el que más rápido o más despacio maneja, y por donde le viene en gana, sino el que cumple y respeta las leyes de tránsito, y el derecho de los demás usuarios de las carreteras.