La Casa Blanca advirtió ayer que intentará evitar a toda costa la quiebra de las mayores automotrices de EE.UU. tras el fracaso en el Congreso de un plan de rescate al sector, y junto al departamento del Tesoro anunció que estaban considerando usar parte de los 700.000 millones de dólares del fondo de rescate financiero para apoyar al sector automotor.

Líderes demócratas y el principal sindicato automotor del país apelaron a que el Gobierno de George W. Bush -que deja el poder en enero- utilice esos fondos, mientras que analistas creen que sin una ayuda urgente Chrysler y General Motors podrían caer en bancarrota.

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Una quiebra de General Motors, Ford o Chrysler podría dejar a cientos de miles de personas sin empleo y hundiría aún más a la mayor economía global, que está en recesión desde hace más de un año.

El presidente electo Barack Obama dijo estar decepcionado por el fracaso en el Congreso, pero se mostró esperanzado en que el Gobierno “encontrará un camino” para ayudar al sector.

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Por su parte GM manifestó en un comunicado que está “entusiasmada” con la posibilidad de que la Casa Blanca decida finalmente usar el fondo financiero para ayudar a las automotrices, mientras que el presidente de Chrysler, Bob Nardelli, envió a sus empleados un mensaje similar.

El Sindicato de Trabajadores de la Industria Automotriz (UAW, por sus siglas en inglés) culpó a los senadores republicanos de haber saboteado el plan de rescate de 14.000 millones de dólares para el sector, que ya había sido aprobado en la Cámara baja pero naufragó en la alta. Los senadores republicanos querían una reducción de los sueldos de los trabajadores de las automotrices.

GM, Ford y Chrysler emplean a casi 250.000 personas en forma directa, y unos 100.000 empleos más en autopartistas estarían supeditados a la supervivencia de las automotrices. Las compañías expresan que 1 de cada 10 empleos en EE.UU. está relacionado con el sector.

Según BBC Mundo, de no recibir la ayuda, se estima que Ford puede sobrevivir hasta la asunción del presidente electo Barak Obama, pero GM y Chrysler irían a la bancarrota antes de fin de año.

Marcelo Justo, analista de BBC Mundo, indica que no cabe duda de que la caída de las tres automotrices tendría una fuerte repercusión en la economía en su conjunto porque las recesiones no dependen únicamente de los números sino, en gran medida, de la psicología de los consumidores.  Según él, si los consumidores perciben que el año próximo pueden haber millones de puestos menos, si ven que compañías emblemáticas del capitalismo estadounidense como Ford y GM están al borde del precipicio, se puede anticipar que habrá menos gastos y se profundizará la recesión.

Otros analistas coinciden en que “no pasaría nada” con una declaración de bancarrota de las tres automotrices. El mayor problema es que los clientes huirán de comprar coches en una empresa declarada en quiebra, aunque ya hoy lo que no sobran son clientes que quieran comprar coches de EE.UU., con una industria que ya veía mostrándose obsoleta y poco adaptable al mercado, sostienen.

Wall Street
Vapuleada por los anuncios y los retrocesos de los políticos estadounidenses, la bolsa de Nueva York espera para la semana próxima el epílogo del drama de sus fabricantes automotores, con la mente puesta en el cierre de las cuentas de fin de año.

Poder
El gremio del sector automotor dijo en un comunicado que ahora el secretario del Tesoro, Henry Paulson, tiene el poder para evitar el inminente colapso de las empresas y las terribles consecuencias que seguirán para millones de retirados y trabajadores y para la economía de toda la nación.