No cabe duda que Emilio Palacio exuda odio por los poros. Lo confirma el contenido del artículo ‘Banderas’ publicado el domingo, respecto del cual con justa indignación me permito hacer los siguientes señalamientos:

1. De tanto repetir mentiras hay mediocres que las quieren convertir en verdades. Y eso ocurre con Palacio que reitera la monserga que mis detractores políticos pretenden vender, mintiendo en relación a la marcha que alrededor de 15.000 personas efectuaron cuando se inició el colapso del Banco del Progreso y que marcharon al Municipio de Guyaquil. Mi intervención fue pública. Jamás encabecé nada en ese ámbito y peor enfrenté a lo que Palacio llama “oligarquía financiera serrana”.

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2. Palacio me acusa sin pruebas de pretender dividir a los ecuatorianos. He sido Presidente Constitucional del Ecuador entre otras dignidades de elección popular. En mi larga vida política he sido frontal, firme y jamás he dado tregua a mis adversarios. Jamás he dividido. Siempre he buscado sumar y por eso el pueblo ecuatoriano me ha reiterado su confianza pues como candidato jamás he perdido una elección. El país me conoce lo suficiente y sabe que he cumplido a cabalidad con mis responsabilidades. Desde el poder central serví a todas las provincias del Ecuador sin fomentar la lucha de clases y sin exacerbar los rencores sociales ni malsanos regionalismos. Desde el Congreso, como Asambleísta, como Senador, como  Representante Nacional y como Diputado, ejercí con la seriedad que me caracteriza, la tarea legislativa y  fiscalizadora. Y como Alcalde de Guayaquil, hasta mis más recalcitrantes adversarios, me adjudican la reconstrucción cívica, moral y física de Guayaquil que inicié en 1992. Ningún mamarracho puede sostener que no he buscado la solución a los problemas que debí enfrentar en mi vida pública. Solo una mente perversa puede sostener lo contrario.

3. Las “oligarquías” y las “mafias políticas” a las que se refiere Palacio son lugares comunes que utilizan ciertos periodistas que son en gran medida los responsables del proceso de desinstitucionalización que vive el país. Siempre he sostenido que en democracia, es preferible ser esclavo de las leyes para no ser esclavo de los tiranos.

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4. Deploro el cercenamiento territorial de mi provincia y rechazo la escalada antiguayaquileña que se ejecuta desde el poder central. Corresponde a las actuales autoridades de la provincia del Guayas y de la ciudad de Guayaquil enfrentar esos problemas y mantener con altivez y cordura los principios y valores que nos han caracterizado ancestralmente.

León Febres-Cordero Ribadeneyra
Miami, EE. UU.