La competitividad es la capacidad que tiene un país, una sociedad, una región, una ciudad, para generar más riqueza, para crecer en su economía.

El Centro para el Desarrollo de la Universidad de Harvard y Michael Porter señalan, respectivamente, que las perspectivas futuras de crecimiento de la riqueza de un país en el mediano plazo están dadas por la calidad de sus estructuras macroeconómicas, políticas e instituciones y que la generación de riqueza actual está determinada por la estrategia y sofisticación de las operaciones de las empresas y el ambiente de negocios.

La competitividad es un concepto globalizador porque integra la productividad, la calidad y la innovación.

La aplicación de este concepto requiere una mentalidad de abundancia, según esta mentalidad es posible exportar más, producir mejor, obtener más utilidades y generar más empleo cuando se buscan formas nuevas y diferentes de hacer las cosas.

La competitividad es una condición necesaria para mejorar la calidad de vida y contribuir a la equidad social. Sin embargo no es suficiente, porque a la misma hay que sumarle estrategias de desarrollo, de responsabilidad social y ambiental.

En nuestro país a partir de 1998 se empezó a construir un proceso público privado por la competitividad. Hace dos años casi nadie hablaba de la competitividad; hoy al contrario el lenguaje de la competitividad es el que predomina en las actividades universitarias, empresariales, de negocios, de la administración pública, etcétera. Aún falta mucho por conocer y trabajar sobre ella.

El Consejo Nacional de Competitividad al finalizar el 2002 tenía como objetivos el dejar un rumbo claro a seguir y un equipo técnico consolidado independiente de la coyuntura política, a fin de mantener la Agenda Nacional de Competitividad como el instrumento de trabajo del sector público y privado. Asimismo, fortalecer las cadenas de valor o clusters, articular los esfuerzos regionales, crear mecanismos de información permanentes y sistemáticos con la prensa y los actores claves de la competitividad.

Debemos estar conscientes que si bien estamos en los últimos lugares de competitividad según el Foro Económico, hemos consolidado un proceso profesional, serio, participativo. No es el momento para lamentarnos, quejarnos o pensar que es responsabilidad de otros.

Estamos en un momento crítico por el cambio de gobierno, porque el proceso es vulnerable; también, porque la ventana de oportunidad que tenemos para sostener la dolarización es de unos pocos años.

Nunca debemos perder de vista que la competitividad en el fondo no es otra cosa que la actitud de todos de hacer las cosas correctas, correctamente y siempre buscando nuevas y mejores formas, más rápidas, menos costosas, más simples, más flexibles, etcétera.