El joven futbolista africano, que también gusta del baloncesto, quiere ser finalista en este Mundial.El Hadji Diouf, un delantero de 21 años, que sobresalió esta temporada con Lens -máximo goleador de Senegal en las eliminatorias, mejor jugador africano en el 2001, y auténtica pesadilla de la selección francesa en el partido inaugural- es un rebelde sin causa.Este joven delantero, autor del pase que dio a Senegal el gol de la victoria ante Francia por 1-0 ayer, tuvo una infancia pobre en Saint Louis de Senegal, con una pasión desmesurada por el baloncesto, pero con un talento excepcional para el fútbol, aprendido en torneos en la calle. “El equipo que ganaba tenía como premio vasos de leche. Era la fiesta”, recuerda.Diouf dejó hace siete años Senegal, cuando tenía apenas 14, con el mismo carácter y ganas de vencer que exhibe en la actualidad. Sus comienzos en Francia le llevaron al equipo juvenil del Lens, donde no cuajó y tuvo que hacer todo un periplo por el norte del país.En 1997 llegó a Sochaux y dos años más tarde aterrizó en el Stade Rennais, donde las cosas no le fueron muy bien. Las lesiones le persiguieron y además tuvo un grave accidente de ruta, cuando manejaba sin licencia de conducir, el 4 de marzo del 2000. Ahí acabó la confianza que le dieron los dirigentes bretones.Desde aquel accidente de carretera, guarda rencor hacia Rennes. “Cuando tuve problemas con la justicia francesa, ni siquiera intervinieron. Después me ensuciaron diciendo a otros clubes: es un buen jugador, pero va a desestabilizar el grupo. Me sentí muy mal, pero en la vida, si no tienes enemigos, no puedes avanzar”.Agresivo en el terreno y fuera de él, a su regreso a Lens en julio del 2000, nada había cambiado. Su último capítulo fue una pelea durante un partido de campeonato de Francia en febrero de 2001 contra Estrasburgo, que le valió un mes de suspensión.A partir de aquella fecha se calmó un poco, coincidiendo con el ascenso vertiginoso de la selección de Senegal, en camino hacia la clasificación al Mundial. Después, todo ha venido rodado: finalista de la Copa de África, segundo en el campeonato de Francia, posible fichaje por el Liverpool y la victoria sobre Francia en el partido inaugural.“¿Por qué debo cambiar? Soy un tipo entero, y deben tomarme como soy”, afirma este hombre que suele llevar un pañuelo en la cabeza y que siempre está acompañado de su walkman.Pero se le respeta y sus dirigentes llegan incluso a ser relativamente permisivos con él, como cuando llegó con cuatro días de retraso al Lens, tras la Copa de África de Naciones.“Haga lo que haga, la gente me debe juzgar sobre el terreno. Si quiero salir de noche antes de marcar tres goles al día siguiente, es algo que solo me concierne a mí y que los aficionados no deben tener en cuenta”, afirma.En Senegal, donde se ha convertido en el personaje más popular del país, lanza continuas declaraciones que no tienen desperdicio. “Hay gente a la que no le caigo bien, pero yo también tengo gente a la que no puedo soportar”.Su carácter le hace ser ambicioso: “Quiero ganar la Copa de África con Senegal y ser finalista o semifinalista en el Mundial”. Y el que avisa...