En el Ecuador nos hemos acostumbrado a autoridades que no cumplen su función, al punto de que nos parece normal y lo aceptamos. Existen herramientas útiles para evaluar el desempeño de las autoridades como las rendiciones de cuentas, pero nos hemos acostumbrado a que estos actos sean un mitin político, en donde simpatizantes, adeptos y demás personas que acompañan al funcionario hagan “literalmente” una fiesta de este acto y no se centren en exponer el cumplimiento de las funciones desempeñadas. El Ecuador es un país en donde los políticos hacen caridad y este no es el problema, sino que hacen caridad en vez de obras, dan víveres en vez de leyes, y se toman fotos en vez de sentarse a cumplir sus funciones. Para ahondar más la crisis, las instituciones del Ecuador han perdido toda credibilidad, ya no existe la meritocracia y es muy sencillo colocar o disponer de los servicios de un funcionario en pro de las conveniencias de los grupos de poder.

Preguntas para el debate electoral de la segunda vuelta estarían listas en quince días

Los jóvenes del país exigimos un cambio de ruta, y más que un cambio necesitamos un líder con una evolución en el pensamiento y en la forma de gobernar, un líder que no vea hacia la izquierda o derecha, sino que camine de frente hacia los intereses de la nación. Necesitamos gobernantes que entiendan que desde un director provincial, hasta un gerente general son igual de importantes, y que de las funciones de cada uno de ellos depende la eficiencia del sistema global. Si analizamos detenidamente, el país posee una profunda crisis en todos sus ejes, por ejemplo, llegaremos a un nuevo periodo legislativo con la incertidumbre de la gobernabilidad, ¿habrá camisetazos? ¿Habrá un nuevo hombre del maletín?

Hoy en día funcionarios del Gobierno aún en servicio ya están pactando ser autoridades del gobierno entrante, jugando sus cartas y recursos a uno u otro candidato (con sus representantes en las provincias). Vemos también con temor y pena que se han tomado la Función Judicial, el ente más crítico en el funcionamiento de un Estado. ¿Por qué no reforman la estructura administrativa de la Función Judicial? ¿Hasta cuándo vemos tantos jueces corruptos?

El país ha llegado a un nivel insostenible en donde necesitamos la acción emergente en todos los ámbitos, pues no solo tenemos crisis en todas las funciones del manejo estatal, tenemos una crisis de salud, de educación y de seguridad. El Estado debe entender que no es un nombre lo que hace a una entidad, es el trabajo, el esfuerzo y el que cumpla las funciones para las que se le designó. Como ecuatorianos exigimos y esperamos que la nueva máxima autoridad de este país busque que cese de manera inmediata las crisis en la Asamblea y la Función Judicial, para que ambos poderes del Estado puedan sentarse a mejorar los requerimientos que nos harán un país más seguro, digno y con mejor economía.

También hago un llamado a los votantes, para que no permitan que personas que estuvieron en el actual Gobierno, y que no tienen merito alguno, ni académico, ni en experiencia, regresen a comandar instituciones. Como mandantes exijamos meritocracia para lograr eficiencia y desarrollo. (O)