La guerra que vive el Ecuador debe librarse en múltiples frentes, más allá del militar. Acompañemos el descenso súbito de la tasa de asesinatos, tan esperado, con incursiones igual de contundentes en otras áreas, tales como implementar una cooperación transnacional eficaz, transformar el servicio público y encauzar al sector privado en procesos sostenidos para su mejora competitiva y desarrollo sostenible.

Durán, el distrito más violento de la Zona 8, registra un incremento de crímenes del 850 %

Ampliemos los escenarios de guerra hacia otros frentes. Identifiquemos las batallas clave a ganar, diseñando y poniendo en marcha, con contundencia, la estrategia que nos llevará a ganarlas. Si la Segunda Guerra Mundial tuvo en batallas como Stalingrado y El Alamein sus puntos de vuelco, tenemos en la seguridad, política y economía las batallas que decidirán nuestra victoria definitiva.

Avancemos unidos y convirtamos estas batallas en los hitos definitivos de nuestra victoria.

Construyamos soluciones transnacionales para combatir exitosamente al crimen organizado, en acuerdo con las naciones implicadas. La visión geopolítica heredada de la Guerra Fría, del Movimiento de Países No Alineados (1961), la que fundamentó propuestas nacionalistas y movimientos de izquierda en el tercer mundo, quedó obsoleta. Nuestras naciones tienen que mirarse como eslabones de aglomerados de poder en los que permanecen con beneficios en función del valor que agreguen al mundo. La multipolaridad global y los vasos comunicantes evidenciados entre parte de la izquierda latinoamericana y el narcotráfico obligan a renovar la propuesta de lo que queda de la izquierda. Nuestros gobiernos deben contribuir a resolver los problemas transnacionales que nos agobian (narcotráfico, lavado de activos, migración, etc.) con una pragmática cooperación transnacional que solucione sus problemas nacionales sin sacrificar la libre determinación.

De ser el distrito más violento de Ecuador y tercero en el mundo, Nueva Prosperina redujo asesinatos en un 88 %

Que sea fecunda la cooperación militar estadounidense. Que cause victorias definitivas y sea base para los esperados puntos de vuelco de la guerra. Ello será posible si esta se acompaña con medidas de mercado que, por ejemplo, desincentiven los precios de la droga ante los consumidores del primer mundo. Sin una combinación de soluciones transnacionales, las victorias en esta guerra declarada serían dolorosamente efímeras o llevarían a la “coexistencia no pacífica” con el enemigo, lo que sufren otras naciones.

Otro acuerdo de cooperación con Estados Unidos para rastrear e interceptar aviones sospechosos de tráfico de drogas está en vigor desde agosto del 2023

En lo nacional, hay que quitarle el semillero de soldados al enemigo a punta de generación de empleo. Urge alinear a los actores políticos relevantes tras soluciones que desencadenen inversiones en los sectores minero y petrolero. Esto aportaría recursos valiosísimos para reducir el déficit fiscal y generar empleo privado. Para la sostenibilidad del equilibrio fiscal a lograr toca innovar el servicio público, cambiar su modelo de gestión y control, minimizar el personal en entidades públicas sin desmejorar su eficacia, digitalizar la relación Estado –ciudadano (base para focalizar subsidios al combustible), innovar la cooperación público–privada para la mejora competitiva, etc.

Túneles para delinquir, una práctica antigua

Hagamos propio y contagiemos al mundo con este plan de guerra. Avancemos unidos y convirtamos estas batallas en los hitos definitivos de nuestra victoria. (O)