Las exportaciones ecuatorianas de cacao y elaborados tuvieron muy buenos precios durante el 2023. Alcanzaron $ 1.320 millones por las 396.042 toneladas métricas (t) exportadas. Esto es un aumento de 32 % en el valor de las exportaciones, 2 % de reducción en las toneladas exportadas y un aumento del valor unitario ($/t) de 34 % respecto del 2022.

Aprovechemos esta bonanza, originada en la crisis de la oferta africana, fortaleciendo la posición competitiva de la oferta ecuatoriana. Para ello, existen claras opciones genéricas: ir hacia mayor valor percibido del producto exportado; a mayor productividad para menores costos, o una combinación de ambas, que lleve a la oferta ecuatoriana a la mejor combinación valor/costo.

Trueque deuda-inversión

La primera opción (mayor valor percibido, exportar mayor valor agregado) sigue siendo una utopía. El 2023, el 91,44 % de las toneladas exportadas (o el 88,61 % del valor en dólares de la categoría cacao y sus elaborados) correspondió a la subpartida “cacao en grano, entero o partido, crudo o tostado: los demás”. Si el grano orgánico y el grano y tostado fueren de mayor valor percibido, apenas alcanzaron el 0,09 % y el 0,1 % del valor exportado en la categoría. Los semielaborados fueron el 9,60 % (de esta cifra, la pasta de cacao tuvo el 7,65 %; manteca, grasa y aceite, el 1,36 %; y polvo sin endulzante, el 0,59 %) y el chocolate y preparaciones con cacao, el 1,58 % del total. Finalmente, el 0,01 % del valor exportado en la categoría fueron residuos. ¿Por qué no se ha progresado en la meta de todos los gobiernos de “generar mayor valor agregado”?

Porque carecemos de estrategias competitivas de cadena perdurables y de estructuras de servicio a toda la cadena basadas en cooperación público-privada. De haberlas tenido, hace mucho habríamos reconocido quiénes son y dónde están los que tienen el poder de negociación en la cadena transnacional del cacao, lo que requieren para radicar sus inversiones fabriles, trasladar recursos y crear empleos calificados de mayor paga que los actuales, de estiba de fruta. Las entidades educativas y de investigación estarían generando los profesionales, tecnólogos, tecnologías, herramientas y sistemas que aquellas empresas necesiten. Existiría un aglomerado competitivo de empresas proveedoras para satisfacer a bajo costo y alta calidad a productores y procesadores. Se contaría con una amplia cartera de productos y servicios financieros para el agricultor y el fabricante, que mitiguen riesgos y desbalances de poder.

El trilema económico: entre recaudación, reducción y restauración

Cualesquiera fueren los cursos de acción a tomar, toca innovar la intervención del Estado y las entidades educativas en las cadenas productivas. Que las políticas de fomento y promoción no se limiten a programas que siguen sin impactar en las cifras nacionales. Que cautivemos definitivamente a las transnacionales que ya operan en Ecuador y a las interesadas en construir cadenas de suministro con nosotros, para que radiquen más actividades, inversiones y empleos calificados en nuestro país. Que surja y se consolide una dinámica público-privada que rebase ciclos políticos y derrame más riqueza y bienestar entre los nuestros. (O)