El dictador nicaragüense, Daniel Ortega, canceló la personería jurídica y confiscó los bienes del Instituto Centroamericano de Administración de Empresas (Incae) en Nicaragua, justificándose en presuntos incumplimientos en la presentación de reportes anuales. Es el más burdo ataque del dictador contra fuentes de conocimiento, libertad y diversidad de pensamiento. Este aciago hecho para Nicaragua revela su pretensión de subordinar ante sí las capacidades no gubernamentales para la búsqueda de la verdad y la facilitación del progreso social. Por lo tanto, el Incae es un obstáculo para el propósito de construir ciudadanos dependientes de la voluntad omnímoda del caudillo.

Más allá de los hechos y sus causas, esta debe ser ocasión para valorar el aporte del Incae a los países que sirve, preguntándonos: ¿qué pierde Nicaragua?, ¿cómo aprovechar mejor al Incae desde otros países?

Si el progreso de las sociedades libres tiene como dínamo a la capacidad de creación de valor de sus habitantes, el Incae ha preparado millares de agentes de cambio para ello. Desde su fundación por la Universidad de Harvard en 1964, sus estudiantes de maestrías y de programas de formación ejecutiva conducen exitosamente empresas, trascendiendo muchas veces sobre pequeños mercados nacionales, internacionalizándolas aún en medio de los avatares de la historia latinoamericana, plagada de cruentas guerras civiles, hiperinflaciones, inseguridad, etc.

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Las sociedades que construyen su progreso sobre la base del diálogo y la cooperación público-privada, y que han contado con el Incae para ello, se han beneficiado de exitosos programas de mejora competitiva y desarrollo sostenible nacionales y/o sectoriales. Para ello, el instituto ha logrado la cooperación de líderes y empresas nacionales y globales, organizaciones no gubernamentales, agencias de cooperación internacional y Gobiernos que han tenido y tendrán en el Incae una fuente permanente de nuevo conocimiento y una instancia formal para el debate y la construcción de propósitos colectivos. Su proverbial neutralidad ha provocado la participación de líderes públicos y privados en fecundos procesos de planeamiento y ejecución para la competitividad empresarial, la inclusión social y la sostenibilidad ambiental.

En este contexto, Ecuador ha sido meta central de la misión del Incae: el Programa de Estudios y Entrenamiento Económico, Progresec (1980-1996), y los programas de mejora competitiva aplicados a partir de 1998 a hoy exitosos sectores de la economía nacional son evidencia de ello. Sin embargo, su impacto más importante lo da sobre los ecuatorianos que constantemente pasan por sus aulas, al transformarlos en buscadores permanentes de la excelencia como fuente de su libertad, dignidad y prosperidad.

En suma, Nicaragua pierde la más preclara fuente de conocimiento y de capacidad articuladora para el desarrollo sostenible con excelencia que tenía a mano, para sumirse más en la noche de la indigencia intelectual, represión y pobreza. Latinoamérica y el mundo siguen contando con el Incae para construir mejores días para sus hijos, familias y naciones. (O)