Se publicaron recientemente los resultados provisionales del último Censo de Población y Vivienda. Las cifras publicadas por el INEC reflejarían una caída en la tasa de crecimiento de la población: en el periodo 2010-2022 el crecimiento equivaldría a una tasa compuesta anual de 1,33 %, mientras que entre 2001 y 2010 dicha tasa fue de 1,96 %. Este modesto crecimiento viene acompañado de la disminución del tamaño de los hogares, que cae de 3,8 (2010) a 3,2 miembros en el censo reciente.

Sin embargo, existen claras diferencias en las tasas de crecimiento entre provincias: la población de Pichincha creció al 2,31 % entre 2001 y 2010 y al 1,52 % anual entre 2010 y 2022. Para los mismos periodos, Guayas lo hizo a 1,94 % y 1,57 %. Si el promedio nacional es 1,33 % de crecimiento intercensal es porque numerosas provincias están bajo ese promedio. Las provincias que presentan una tasa anual de crecimiento poblacional, medido entre los dos últimos censos, menor al promedio nacional son Imbabura (1,30 %), Los Ríos (1,21 %), Cotopaxi (1,20 %), Manabí (1,13 %) Sucumbíos (1,1 %), Esmeraldas (1,02 %), Azuay (1,01 %), Tungurahua (0,95 %), Bolívar (0,67 %), Loja (0,63 %), Carchi (0,43 %), Chimborazo (0,24 %) y Cañar (0,12 %).

No es que el Ecuador tiene menos población, es que el censo está mal hecho

Estas provincias, especialmente las que menos crecen, son aquellas cuyas poblaciones más emigran en búsqueda de mejores oportunidades de progreso económico y social. Por esto, son las que también muestran un mayor envejecimiento poblacional. Si este envejecimiento poblacional coincidiera con que la provincia no contase con regiones en las que se localicen sectores productivos competitivos (como los de Cuenca, Manta, Ambato, Galápagos, Santo Domingo, por ejemplo), la emigración advertida y la pobreza serían las constantes cuentas de ajuste del modelo de desarrollo económico regional vigente en Ecuador.

Por lo expuesto, es oportuno que los candidatos finalistas prioricen la necesidad de desconcentrar la atención hacia las provincias que menos crecen poblacionalmente. Plantearse como indicador central del éxito o fracaso de sus políticas públicas el restaurar niveles saludables de crecimiento poblacional a las provincias que menos crecen.

INEC y BCE: cifras importantes

Que el progreso de este indicador sea resultado de un conjunto de programas de desarrollo económico regional liderados por un ejecutivo renovado en su diseño, desconcentrado en sus potestades. Convocante de un nuevo modelo de rectoría del fomento productivo, en el que integre sinérgicamente a los gobiernos seccionales. Articulador e incluyente para con las capacidades privadas y comunitarias como agentes implementadores de los proyectos y programas de fomento productivo regional. Capaz de implementar estrategias tecnológicas que conviertan a las poblaciones de estas provincias en verdaderas comunidades de aprendizaje, orientadas hacia la transformación de sus prácticas, actitudes y valores. Que estos procesos permitan un balance saludable en el poder negociador entre productores, pequeños comerciantes y profesionales con grandes proveedores o clientes. Será la mejor defensa para evitar la constante expansión de la economía del crimen. (O)