Sintiendo al país descomponerse, busco respuestas entre mis libros, experiencias y paradigmas. Desde el análisis económico o sectorial, no se aprecia la naturaleza y alcance de los problemas a resolver. Urge pensar al país desde la relación entre Estado y sociedad. Al hacerlo, surgen preguntas útiles y nuevos anhelos pasan a ser parte de mi horizonte: renovarnos como sociedad, territorio a territorio, transformando visiones, liderazgos y reglas del juego entre el Estado y la sociedad.

Como nación, en los últimos treinta años pasamos primero de la fragmentación múltiple a la polarización política. Hoy, estamos pasando de la polarización política a la polarización violenta (alimentada por la socio – economía del crimen). Estamos más lejos que hace treinta años de poder construir una visión nacional compartida. Para ello, cualquiera sea la estrategia de desarrollo nacional que nos aglutine como nación, debe basarse en renovar el diseño institucional, es decir, cambiar las reglas del juego entre el Estado y la sociedad.

Liderazgo: síndrome de Hubris

El actual está obsoleto. Aporta soluciones ineficaces e ineficientes a los problemas equivocados, fruto de un modelo, que se convirtió en un fin en sí mismo, capturado por sus operadores. Pero más aún: el peor enemigo institucional del desarrollo nacional radica en las reglas informales del juego. Esas que no están escritas en parte alguna pero que están tan legitimadas que casi toda autoridad que accede a trozos del poder, las utiliza. Incluyen corrupción, ineficiencia, nepotismo, caudillismo e incompetencia compensada con lealtad. No operará con éxito un nuevo diseño institucional sin cambiar, al menos en una masa crítica de individuos, territorio a territorio, las reglas informales que guían su actuar.

Cultura de paz

Ante esta faceta de la realidad y atemorizados por el narco terrorismo, no nos está permitido bajar los brazos. Las familias con valores, de todas o ninguna filiación política, territorial o de clase, han sido la fuente de los más lúcidos liderazgos nacionales. Aquella porción de la sociedad que paga impuestos, condena la corrupción, prepara a sus hijos con educación de excelencia, aporta los profesionales especializados que crean a diario valor económico en empresas y entidades públicas, la que sacrifica su presente para la construcción de futuro, está llamada con urgencia a ser la fuente del recurso crítico para las soluciones del Ecuador de hoy. Que en su seno se fragüe una nueva visión nacional compartida y que aporte sus constructores.

Plata o plomo

Una visión transformadora de la intervención pública en la sociedad. A proponer por los que han sido héroes anónimos de nuestra historia. Visión y gente que innoven las reglas del juego del poder con nuevas ideas, patriotismo y tecnología para la libertad, productividad y transparencia en los frentes en que estamos perdiendo la batalla: el servicio público a los más pobres, la creación de riqueza, el combate al crimen, el ejercicio de la justicia, la representatividad de partidos y movimientos políticos, por ejemplo.

Que aún queden suficientes de los que son capaces de “vencer al mal con el bien”. Es ahora. (O)