Acabo de leer en un diario un suceso que me sugirió de inmediato el tema de esta columna. Aparentemente no existe conexión, pero yendo al fondo del suceso sí la hay. Eriberto Gutiérrez Robles es un sencillo deportista de Abancay, capital del departamento de Apurímac, al sureste del Perú. Con gran sacrificio personal y familiar logró representar a su país en los Juegos Panamericanos de Santiago de Chile 2023 en la especialidad de canotaje.

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Para orgullo de su pueblo consiguió ganar una medalla de bronce, lo que motivó a que el alcalde de Abancay, al regreso de Gutiérrez, programara rendirle un homenaje. Toda la parafernalia propagandística del alcalde se puso en movimiento. Bandas musicales, desfile, una tribuna, pergamino, medalla, discurso del funcionario, fotógrafos, cámaras de televisión y periodistas solícitos y complacientes, listos para gritar los hurras por el alcalde.

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Pero las cosas no salieron como estaba programado. El funcionario pronunció su discurso, le entregó un pergamino y colgó en el pecho del deportista una medalla de latón dorado. Lo que no estaba previsto ocurrió minutos después. Eriberto Gutiérrez pidió el micrófono. El alcalde su viró hacia él, sonriente, complacido de antemano por lo que debía ser un agradecimiento del homenajeado. En medio de los flashes de los fotógrafos y el sonido de las cámaras de televisión captando el instante glorioso para la popularidad del alcalde, estas fueron las palabras del deportista:

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“Mi nombre es Eriberto Gutiérrez Robles, deportista de la selección nacional de canotaje. Qué irónico recibir un reconocimiento cuando el esfuerzo fue solo mío. Realmente, señor alcalde, usted, en su momento, me negó el apoyo. Este es esfuerzo mío. Muchas gracias”, dijo desde el escenario el deportista al borde del llanto, para luego quitarse la presea y dejar el diploma en el suelo.

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El video se difundió por todo Perú. En conversación con un canal de TV Gutiérrez aseguró que buscó, en diversas oportunidades, a la autoridad de su natal Abancay por ayuda y que este le respondía que su solicitud “había sido derivada al área tal” pese a que la Municipalidad de Abancay, según dijo, no cuenta con una oficina para el fomento del deporte y la cultura.

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“Esto fue el vaso que colmó todo. No tenía la intención de hacer eso, pero la indignación me llevó y para no quedar como una persona mentirosa se lo dije en su cara. Fue algo muy triste para mí. Bueno, solo queda voltear la página y buscar el patrocinio de las empresas privadas”, añadió el ganador del bronce panamericano que vive en una choza sin servicios básicos, sin luz ni agua. “Soy de una familia humilde. Si no consigo auspicios, tendré que dejar el deporte y dedicarme a mi familia”, declaró.

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¿No les viene a la memoria el caso de Glenda Morejón, la juvenil marchista ecuatoriana que entrenaba con zapatos rotos y compitió con un par prestado en el 2017 para conseguir una medalla de oro en el Mundial de Marcha en Nairobi? Esta chiquilla, sus familiares y su entrenador debieron hacer colectas y apelar a angustiosas gestiones para conseguir los fondos para el viaje a Kenia.

“La familia y la propia Glenda se dedicaron a vender chochos, salchipapas y otras cosas en eventos. Además, los chicos de la Escuela de Atletismo Tarquino Altamirano hicieron una colecta. La Federación Deportiva de Imbabura también apoyó. Se reunieron cerca de $ 1.200″, reveló el guayaquileño Giovan Delgado, su entrenador, quien no fue a Kenia por falta de fondos y aconsejaba técnicamente a su pupila por teléfono.

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Lo de Glenda Morejón es lo más simbólico, pero no es lo único. Cuando retornó al país, la funcionaria que le negó su apoyo la esperaba con la misma corte de fotógrafos y camarógrafos del episodio de Abancay. “Aquel logro de Morejón tuvo resonancia universal cuando se conoció que fue enviada al campeonato del mundo sub-18 a competir con zapatos con hueco. Hoy, en la hora de mayor gloria de la atleta ecuatoriana, algunos de los responsables de esa vergüenza la felicitan, efusivamente, a través de redes sociales. Y a la oportunidad de subirse ‘al vuelo’ al carro de la victoria tampoco escapan las actuales autoridades públicas del deporte del país”, comentó Diario EL UNIVERSO el 22 de agosto de 2022, cuando la marchista nacional ganó el título mundial en los 35 kilómetros en Omán.

El pasado 27 de diciembre, un grupo de deportistas del Plan de Alto Rendimiento protestó afuera del Ministerio del Deporte por atraso en el pago de sus asignaciones. Foto: Tomada de redes sociales

A inicios del 2024 la luchadora Lucía Yépez, una de las mejores del mundo y clasificada a los Juegos Olímpicos, partió a España, donde participará en una base de preparación y luego intervendrá en el primer Ranking Series del año en Croacia, en busca de sumar puntos para mantenerse en la élite mundial rumbo a los Juegos Olímpicos París 2024.

Este desplazamiento debía ser cubierto por el Ministerio del Deporte, pero esta cartera de Estado parece estar en hibernación vacacional, por lo que los fondos fueron provistos por la empresa privada y por el Comité Olímpico Ecuatoriano. Hace pocos días los deportistas incluidos en el Plan de Alto Rendimiento hicieron público un reclamo por el atraso de sus asignaciones. El ministerio sacudió su habitual modorra y pagó lo correspondiente a septiembre del 2023 y prometió pagar pronto los meses de octubre y noviembre.

El Ministerio del Deporte fue creado en febrero de 2007 como organismo rector de toda la actividad deportiva del país. La idea fue aplaudida por casi todos quienes estamos inmersos en esta actividad desde diversos sitiales. No contábamos con que la intención era predominantemente política.

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Quienes hacían gobierno pensaban instalar un régimen de pensamiento único que controlara todos los segmentos de la vida en sociedad. El deporte era uno de ellos. El golpe de gracia fue la Ley del Deporte de 2010, que ponía todos los organismos del Sistema Deportivo Nacional al servicio del ideal político gobernante.

Fuera del tufo político de la creación del ministerio y la expedición de la ley estatista, pudo haberse logrado algún progreso, pero el fracaso estaba anunciado desde el parto. El ministerio se inauguró con el episodio truculento del “comecheques”. Todo lo que vino luego fueron desventuras, hasta hoy. Los ministros fueron meros amanuenses del poder; personajillos con ínfulas de personajes; mayordomos obedientes como aquel que embistió contra el Comité Olímpico y 42 federaciones nacionales para tomar el poder absoluto del deporte nacional y llegar hasta la desvergüenza de pedir al Comité Olímpico Internacional que su jefe desfile en los Juegos Olímpicos como presidente o abanderado. O aquella ingenua funcionaria que salió a buscar $ 4.000 millones para que Ecuador sea sede del Mundial de la FIFA 2030. Tal vez pueda hablarse de alguna excepción.

Nunca, ayer y hoy, se buscó un especialista en administración deportiva con cabal conocimiento de las realidades del deporte nacional. Se prefirió a oportunistas políticos, trepadores sociales y cazadores de publicidad o fortuna. Y así estamos, alborotados con mil conflictos como el de Barcelona SC, con subalternos renunciantes que dicen haber sido amenazados de muerte o son acusados de ejercer presiones indebidas. Y un ministro de vacaciones. (O)