Hace muchos años que Barcelona, el club que concita el mayor fervor popular en el país, no conoce la paz. Desde que se acabó el tiempo en que sus directivas lucían nombres señeros, comprometidos con la divisa oro y grana por un amor legítimo a su historia, el ídolo empezó a transitar por senderos escabrosos.

Su timón empezó a ser empuñado por sujetos ávidos de fama gracias a la publicidad y los elogios babosos de una legión de ‘tarrineros’, como llamó con su humor corrosivo el siempre extrañado periodista, crítico insobornable Mauro Velásquez Villacís, al coro de ‘opinadores’ que seguía, grabadora en mano, al dirigente bufón. Era el mismo coro que repetía las alabanzas al titular de Ecuafútbol de ese entonces, a cambio de los célebres “favores logísticos”.

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Después llegó la codicia generada por la inflación salarial desatada por el propio Barcelona, que afecta hasta hoy a nuestro balompié. Los dineros de costosos patrocinios, los ingresos por los derechos de televisión, las altas asignaciones por las participaciones en los certámenes de la Conmebol y los nuevos ingresos por pagos de afiliaciones y mercadotecnia (Casa Amarilla, por ejemplo) avivaron la apetencia de fortuna de muchos, con una que otra excepción bien conocida por los socios de Barcelona, pero ignorada por los hinchas consumidores de las redes sociales.

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No faltó en este tiempo la avidez de aprovechamiento político de la popularidad de Barcelona. Se advirtió de modo principal con el advenimiento de José Francisco Cevallos, quien quiso construir desde la silla presidencial del club su propio movimiento (“Barcelona es una marca política”, dijo en diciembre del 2018). Convenció a Lenín Moreno de una inexistente popularidad para ser nombrado gobernador del Guayas y luego se promocionó como eventual candidato de Alianza PAÍS para la prefectura provincial en 2019.

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Desde la presidencia, Cevallos produjo el mayor desastre económico que registra la historia de nuestro fútbol. El resultado de una auditoría fue revelada por EL UNIVERSO el 4 de junio de 2020: Barcelona debía $ 51′624.789, más que todos los clubes ecuatorianos juntos. La auditoría puso en evidencia la liberalidad con que se manejaron los fondos y el derroche injustificado de la directiva de Cevallos, y algunas responsabilidades más de otros directorios toreros. Una auditoría forense que establecía responsabilidades en este aspecto no consiguió romper el velo de impunidad que protege el abuso en los organismos deportivos del país.

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Cuando se aproximaban las elecciones para el periodo 2023-2027, Cevallos anunció que pretendía volver a postularse. “Barcelona me necesita para poder guiar y liderar esta tercera opción”, dijo en una rueda de prensa el 8 de agosto de 2023. El club canario informó que pesaba sobre él una expulsión que lo descalificaba. El exarquero presentó una acción de protección y logró que un juez lo habilitara, pero los comicios debieron suspenderse por 60 días.

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De aquí arranca todo el barullo formado en torno a los comicios. Parte de la responsabilidad la tiene el Tribunal Electoral del club, por todas las idas y vueltas que protagonizó respecto a las disposiciones legales vigentes. Inicialmente se habló de la reelección de Carlos Alfaro Moreno, de comprometido papel como vicepresidente de Cevallos y de discreta labor como presidente. También se incluyó a la lista encabezada por Rafael Verduga. Cevallos dimitió su postulación por la escasa respuesta de los socios. Allí entró a tallar el Tribunal. Descartó a Verduga y a Alfaro Moreno y estableció varios puntos que debían ser subsanados por ambas listas. Alfaro postuló a su candidato a vicepresidente para que encabezara la lista y el Tribunal Electoral la aprobó, pero rechazó la de Verduga.

Al final quedó una sola lista válida y el Tribunal resolvió que no era necesaria la asamblea eleccionaria ni votación alguna, por lo que proclamó el 7 de noviembre de 2023 a Antonio Alvarez y sus acompañantes para que asuman la conducción del club y se posesionen luego. ¿Era legal desde la óptica de la Ley del Deporte y del estatuto del club esta decisión de suprimir la asamblea y la votación de los socios? ¿Cuál fue la razón del apuro? ¿No era mejor curarse en salud y hacer votar a los socios por una lista única (como en 2005)? Allí está la raíz del problema.

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En este punto apareció el Ministerio del Deporte. De acuerdo con la ley vigente, corresponde a dicha cartera de Estado registrar el nombramiento de la directiva para que esta pueda funcionar legalmente. Ello no ocurrió. El ministerio negó la inscripción y comunicó a Barcelona que tenía diez días para responder a varias observaciones. La primera versa sobre la asamblea y las elecciones: “De conformidad con el literal c) del artículo 15 del Acuerdo Ministerial 0389, de 20 de septiembre de 2021, emitido por el Ministerio del Deporte, sírvase remitir el acta de Asamblea General de Elección de 01 de noviembre de 2023, debidamente suscrita por el presidente y secretario, con su respectiva nómina de asistencia”. Alfaro Moreno emitió el 11 de diciembre de 2023 una certificación de que no había apelaciones pendientes.

El ministerio pide ahora una certificación de que Alfaro se hallaba en función presidencial prorrogada, pues su periodo fenecía el 3 de diciembre de ese año. Por otro lado, existe constancia documental de que Darwin López Muñoz presentó ante el Tribunal Electoral, el 10 de noviembre de 2023, una apelación a la resolución del 7 de noviembre que reconocía a Antonio Alvarez y su lista como nuevos dirigentes, y luego, el 24 de noviembre, un alcance al recurso citado. Esto indicaría que la certificación firmada por Alfaro Moreno sería falsa.

La quinta observación realizada alude a la prohibición de “constar registrado como dirigente activo de otra institución deportiva vinculada a la misma actividad que el club. Al respecto, mediante oficio número SD-DAD-2020-1682, de 4 de diciembre de 2020, la Dirección de Asuntos Deportivos del Ministerio del Deporte realizó el registro de directorio del Club Deportivo Profesional Toreros Fútbol Club, en el cual consta como presidente el señor José Luis Nogales, como tesorero el señor Francisco Javier López y como segundo vocal principal el señor Antonio José Alvarez Henriques. En tal sentido, sírvase informar documentadamente la calidad de los señores citados como miembros del directorio del Club Deportivo Profesional Toreros Fútbol Club”.

Existen otras observaciones que de momento no han podido ser absueltas por Barcelona. Todo esto muestra el desastre administrativo por el que atraviesa ya por mucho tiempo el club. Algunas advertencias obedecen a errores impropios de un club profesional del nivel de Barcelona. Serían atribuibles a un clubcito de barrio, no a uno que se adjudica el sueño de ganar la Copa Libertadores.

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