La desconexión terrestre del Austro ecuatoriano con el resto del mundo es tan antigua como la posición centralista de los últimos tres gobiernos que han enviado a sus emisarios –por vía aérea– a plantearnos soluciones como “hay que pedir a san Pedro que deje de llover”.

Los involucrados en esta degradación vial de la que los azuayos nos creíamos exentos se inició en mayo del 2017 con el exconcejal, exvicealcalde y exalcalde de Cuenca Paúl Granda López, al frente del Ministerio de Obras Públicas y Transporte del gobierno de Lenín Boltaire Moreno Garcés. Un año duró en el cargo y su gestión se resume en la incumplida oferta de invertir en “la construcción, ampliación y dotación de infraestructura adicional de cinco carreteras y la ampliación de la avenida Ordóñez Lasso, con una inversión de USD 300 millones. En la segunda fase, con la inyección de USD 350 millones (para) las vías que comunican la provincia con Guayas, El Oro, Loja, Morona Santiago y la Sierra Centro”. Este anuncio mentiroso se lo hizo en una sesión solemne del Municipio, y en agradecimiento el alcalde Marcelo Cabrera llamó a votar sí por la consulta de Moreno.

El 24 de mayo de 2021 el exprefecto, exalcalde y exasambleísta –por codiciosa voluntad de llegar a ser exministro– Cabrera se estrenó como “titular de la cartera de vialidad” de uno de los peores presidentes que tengamos memoria: Guillermo Lasso. Se estrenó enfrentando una paralización de transportistas en Guayaquil y otra de taxistas en Quito. Y por más que le insistamos a los buscadores remotos, archivos electrónicos e inteligencia artificial, nada más que esto se ha rastreado de su gestión: en julio de 2022, a falta de plata, renunciaba junto a dos ministros más.

A Cabrera lo reemplazó Darío Herrera Falcones. Su oferta: “la inversión se enfocará en lo vial, ...el presidente Guillermo Lasso ha dispuesto que se hagan los esfuerzos para conseguir financiamiento para tener $ 1.000 millones”. En enero del 2023 el CAL calificó su enjuiciamiento político por “incumplimiento de funciones”.

Uno de los sucesores, el también empresario manabita César Rohon, admitió en una intervención que el Austro está aislado, pero añadió que “no soy Superman” y que “hay que pedirle a Dios que deje de llover”. Amén.

Los azuayos hemos sobrevivido al aislamiento, centralismo, a la “capacidad” de los funcionarios antes citados, con trabajo y dedicación desde lo local. Fue un puñado de azuayos los que en los años 60 atravesaron el macizo del Cajas con un jeep al hombro para demostrar la posibilidad real de la conexión con el resto del mundo. Y en esa misma línea –con un gobierno de la misma línea que los anteriores– se ha planteado la concesión de competencias para que la vialidad pueda ser administrada por el gobierno local: Alcaldía y Prefectura, como medida emergente para devolverle conexión a la ciudad considerada como el mejor y más seguro destino turístico del Ecuador.

La respuesta al pedido fue no. Y la planteó el actual ministro Roberto Luque. Es decir, el perro del hortelano seguirá suelto en la administración centralista. (O)