Lo que vivimos en este periodo que parece transicional, después de la disolución de la Asamblea Nacional, y que se inició con una auspiciosa y esperanzadora etapa de crecimiento económico que se generaría con los decretos-leyes de urgencia económica, de tranquilidad política y más seguridad, realmente ha resultado una decepcionante aproximación al caos. Los distintos segmentos sociales no encuentran un punto de consenso. Unos parecieran no advertir el peligro de sus acciones e iniciativas; otros evidencian determinación malvada y consciente del oscuro final.

Por otra parte, las instituciones no funcionan o se mueven articuladas en dirección contraria a la sensatez. De esto se aprovechan las organizaciones delincuenciales nacionales e internacionales. Hasta el clima confluye y anticipa desastre.

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En gran medida, la adversidad es incontenible debido a los problemas estructurales de la Constitución que nos legó la Revolución Ciudadana de Rafael Correa. La amnesia colectiva también tiene su parte, afortunadamente existen publicaciones que nos recuerdan lo que antecedió, como La revolución malograda. El correato por dentro, de las periodistas Mónica Almeida y Ana Karina López. Otra es de autoría del juez de la Corte Constitucional Richard Ortiz: “El proyecto revolucionario contenía una estrategia de concentración de poder basada en la legitimación plebiscitaria, la reforma constitucional y la cooptación de todo el aparato estatal, incluidos la justicia y los órganos de control”.

Noticias sobre la Corte Constitucional del Ecuador

El citado juez constitucional señaló: “…la poderosa Corte Constitucional representó un oscuro papel en la consolidación del régimen revolucionario. El control de constitucionalidad de las leyes siguió la agenda del Ejecutivo, no cumplió́ con su papel de ejercer un control adecuado de los estados de excepción y se prestó para justificar las reformas constitucionales de 2011 y 2015 más allá del texto constitucional…”. Se refería a la deplorable “Corte cervecera”.

(...) las instituciones no funcionan o se mueven articuladas en dirección contraria a la sensatez.

El magistrado no imaginó que llegaría a ese Tribunal, ni que ejercería descomunal poder, cuando en el 2018 afirmó: “Desde el punto de vista del modelo constitucional de Montecristi, la Corte era el garante final de los derechos y de la supremacía de la Constitución, y tenía competencias políticas importantes en la resolución de conflictos de competencia entre los poderes del Estado (…), en el juicio político del presidente (…), en la destitución del jefe de Estado por la Asamblea Nacional (…) y en la disolución del Legislativo (…). La historia política del periodo 2007-2017 demostró́ que el Constituyente se equivocó́ en confiar tanto poder a los jueces constitucionales, ya que la Corte Constitucional, en lugar de frenar la arremetida autoritaria del régimen, se convirtió́ en un instrumento efectivo al servicio del poder”.

¿Aún opina así? ¿La actual Corte Constitucional sirve a algún poder …a sí misma? ¿Hubo injerencia en los recientes dictámenes …sobre la consulta que podría prohibir la extracción de petróleo en el Yasuní y recortar ingresos al país … en los decretos-leyes de urgencia económica? ¿En el dictamen que permitió el juicio político al presidente Lasso? (O)