La mayoría de candidatos a la Asamblea Nacional, que gran parte va a la reelección luego del fracaso y la vergüenza que protagonizaran hasta la disolución de la Legislatura, demuestra la crisis de representatividad y el sistema político prostituido que se vive. Igual sucede con una parte de los aspirantes chimbadores a la Presidencia y Vicepresidencia de la República.

No se pueden esperar resultados diferentes con los mismos candidatos que pretenden volver a la Legislatura y porque, además, la mayoría de los nuevos que aspiran a una curul demuestra ignorancia y desconocimiento, más allá de sus estudios, frente a los acuciantes problemas nacionales y a la función que pretenden ir.

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No se trata de exhibir títulos profesionales de tercer o cuarto nivel. En la historia reciente hubo gobernantes con Ph.D., graduados en prestigiosas universidades del exterior, pero que sin ética ni moral lideraron administraciones corruptas, que esquilmaron los recursos del Estado, aunque reivindiquen que hicieron obras, pero a un costo altísimo, con sobreprecios, y con denuncias, juicios y hasta sentencias condenatorias.

Muchos de los candidatos no saben dónde están parados para asumir su responsabilidad de legislar y fiscalizar, lo que refleja la mediocridad política y hasta la degradación de animales cuando se identifican con ellos. Eso demuestra los niveles de deterioro a los que se ha llegado.

La culpa principal tienen las organizaciones políticas, que pareciera que escogen a los peores, en una demostración de la falta de formación política y de una escuela de liderazgo para formar nuevos cuadros. Eso les importa poco. Patrocinan a descalificados, algunos que se cambian de camiseta para cada elección, y no promocionan primero a mejores seres humanos, honestos y con probidad notoria, que sí existen. Se han tornado en empresas electoreras, que buscan réditos económicos como cualquier negocio en lugar de servir al país.

Gran parte de esta degradación y mediocridad política obedece a la mala formación y falta de una educación de calidad, que forme primero a buenos ciudadanos, éticos, honestos y responsables, sin lo cual resultará difícil avanzar como lo han hecho otras sociedades, que dedicaron prioritariamente sus mayores esfuerzos a mejorar los niveles de formación de su población.

Candidatos que desconocen la realidad nacional, que han leído poco y que exhiben pobres pensamientos y muy pocas cualidades. Esto desalienta y fomenta el poco interés de los buenos ciudadanos que huyen de la política y porque los que incursionaron salen decepcionados y frustrados. Bien decía el filósofo español Miguel de Unamuno: hay ladrones que predican contra el robo para que no les hagan competencia.

Por cierto, el problema no es solo de los candidatos y las organizaciones políticas. Hay corresponsabilidad de los ciudadanos que deben abrir los ojos, reflexionar, ilustrarse e informarse bien para ejercer un voto responsable y no caigan en las garras de los populistas, demagogos y farsantes de la política, que solo piensan en sus ambiciones personales, de sus grupos y organizaciones y que tienen embobados a una parte de los electores. (O)