Una pregunta frecuente en nuestros días es: “¿por quién vas a votar?”. Algunos mencionan el nombre de su candidato favorito, otros responden que no saben y no faltan los que dicen que van a votar en blanco o que van a anular el voto. En el sistema electoral se considera que los votos pueden ser válidos, nulos o blancos.

Los votos válidos son los que realiza el ciudadano respetando la forma de señalar en la papeleta su voluntad, marcando en un solo casillero una raya vertical. Estos votos son los que se toman en cuenta para definir el resultado final.

El voto nulo es el que se deposita en la urna y en el que por error o intencionalmente aparecen varias rayas, palabras como “anulado”, garabatos, tachados y hasta insultos.

¿Tenemos partidos políticos?

El voto blanco es la papeleta que el ciudadano deposita en la urna tal como se la entregaron. Es una manera de cumplir con la obligación de sufragar, pero expresando que no quiere dar su voto a ninguno de los candidatos.

Para ser elegido se necesita obtener mayoría absoluta de los votos válidos, esto es más de la mitad. O que el que consiguió el primer lugar haya obtenido, al menos, el 40 % de los votos válidos y una diferencia mayor a 10 puntos porcentuales sobre la votación de quien obtuvo el segundo lugar.

El voto nulo y el voto blanco pueden significar que para quienes votaron así, el hecho de sufragar no tiene ninguna importancia porque les da lo mismo quién gane, en otras palabras, han perdido la confianza en los políticos y en lo que, pomposamente, llamamos democracia, dicen que todos los candidatos son iguales y que su vida no va a cambiar. Están decepcionados, su presencia en el recinto electoral obedece a la obligación legal de participar. Pero esta manera de actuar es también un llamado no solo a quienes ejercen una militancia política ajena a las necesidades de la mayoría y muchas veces utilizando los derechos humanos solo como parte del discurso. El momento que vive el país es también un grito para llamar a la cordura, a no darle espacio a la indiferencia, a pensar bien a quienes elegimos, a no eludir la responsabilidad de participar, aunque solo sea con nuestro voto.

Libertad de expresión en las urnas

Podría pensarse que los votos nulos y los blancos no tienen ninguna importancia porque no cuentan en los escrutinios, sin embargo, no es así, pueden ser determinantes porque restan votos a los contendientes y sin darse cuenta están favoreciendo a uno de ellos o colaborando para que quien gane no represente realmente los intereses de los ecuatorianos.

El país necesita ciudadanos que conociendo la realidad estén dispuestos a ejercer su ciudadanía, el voto informado es una forma de participación y aunque hay motivos para la desconfianza, es obligación detenerse a pensar en quienes son realmente los candidatos, más allá de su publicidad, cuáles son sus antecedentes y los modelos que se proponen seguir. Es importante fijarnos en países similares al nuestro, con gobiernos dictatoriales y empobrecidos.

Aún hay tiempo para que quienes no hayan tomado una decisión acepten su responsabilidad en la construcción del futuro común y depositen en la urna un voto válido. (O)