En época de desconfianza, cuando “todo está perdonado de antemano y, por tanto, todo cínicamente permitido” (M. Kundera), creo pertinente revisar el libro Emociones políticas, de la filósofa Martha Nussbaum, en el que entrelaza las emociones públicas con el devenir de la nación, sus objetivos, instituciones, gobernantes y el espacio compartido.

¿Cuáles emociones cultivan o fisuran la unidad por el bienestar común? Ella sostiene que en una sociedad decente los principios políticos implican un “consenso entrecruzado” (J. Rawls): igual valor de ciudadanos, prominencia moral de la soberanía nacional, libertades políticas y civiles, compromiso radical con la educación y la salud, diversidad religiosa, impulso a la crítica y debate, retórica convocante, espacios públicos artísticos y lúdicos; una cultura que no sea “tibia y desapasionada”. Las emociones positivas mejoran las instituciones; la vergüenza, envidia o miedo las debilitan.

Osvaldo Hurtado, expresidente de la República: Hasta ahora, Daniel Noboa está gobernando como un hombre de Estado, no como un populista, como un Rafael Correa

Contaba el pensador H. Maturana que una vez le preguntaron cuál libro sobre la guerra le había impactado. El libro de la historia de la humanidad, respondió. Y es que a las emociones negativas Maturana añade competencia, ira, rabia, agresión, angustia, terror.

En Lampadia (24 enero), el psicoanalista e historiador Juan de Althaus escribe sobre la guerra contra los “mercaderes de la muerte” afirmando que la acción de las fuerzas del orden calma en algo el miedo, pero la estructura perversa de bandas transnacionales fomenta la pulsión de muerte globalmente, promocionando goces ilimitados bajo el consumismo desbordado.

Me pregunto si la instauración del orden en el país posibilitaría un cambio en nuestra relación con el Estado...

Secuestros, extorsiones, incursión en TC, cierre de negocios desatan el terror: “Frente a un peligro, el sujeto reacciona por autoconservación, incluyendo la fuga. Bien manejado, el miedo es útil para enfrentar peligros externos que dañan el tejido social”. En cambio, la angustia afecta el cuerpo (taquicardia, ahogos) porque el lenguaje no basta para expresarlo; el sujeto se petrifica, sus mecanismos defensivos no operan y las palabras no capturan los sucesos.

Para De Althaus, la angustia es productiva cuando genera el deseo de salir del abismo, inventando algo, no para eliminarla sino como resorte. Opina que no es deseable ceder ante la presencia extrema de la ausencia de sentido que se vive con la angustia. Los acontecimientos de una guerra pueden detonarla, convergiendo con el miedo; es decir, el miedo al miedo.

Daniel Noboa firmó los decretos para convocar a consulta popular y referéndum

Me pregunto si la instauración del orden en el país posibilitaría un cambio en nuestra relación con el Estado, porque, parafraseando a Borges, actuamos como individuos, no cual ciudadanos. “Habitantes con cédula”, afirmaba el querido Pancho Huerta. Concebimos una relación de tipo personal con el Estado, anota Borges, y desde esa posición creemos que robar dineros públicos no es un crimen.

A enero de 2024, el presidente Noboa cuenta con el 85,47 % de aprobación ciudadana y las Fuerzas Armadas con el 75,27 % (Perfiles de Opinión). La gestión de Fiscalía es reconocida por el 58,2 % y la Asamblea con el 62,3 % (Comunicaliza), cifras que testimonian identificaciones emotivas hacia autoridades políticas decididas a enfrentar el horror. (O)