Sin duda fue inesperado. En las dos preguntas sobre la Asamblea Nacional se hubiera pensado que la gente votaría masivamente ‘sí’, en vista del poco aprecio a los políticos. Y que las preguntas sobre bases y constituyente serían peleadas. Pero no fue así, todo contundentemente ‘no’, la gente opina y decide. ¿Por qué el ‘no’? Se votó en plancha, de ahí que los porcentajes hayan sido tan similares (61, 60, 57 y apenas desviado el 53, a pesar de ser temas tan diferentes), y la plancha puede decir muchas cosas: cansancio de tantas elecciones, costumbre de oponerse en las consultas (aunque no todas han sido negativas), muy probablemente enojo con el Gobierno por el alza del IVA el año pasado (aunque luego ganó la elección) o por el diésel o porque los centros de salud no funcionan o por la inseguridad u otras insatisfacciones, y había quizás el temor y muchos rumores falsos por lo que la constituyente podría cambiar. Siempre pensamos: “más vale malo conocido que bueno por conocer”.

¿Es muy grave? Menos de lo que parecería, pero de cualquier forma quizás hemos desaprovechado una oportunidad. El tema de las bases puede ser reemplazado con ayuda directa y tecnología, inteligencia frente a las mafias, o radares en Galápagos y control de las fronteras, pero hay el sentimiento de haber perdido una presencia real que sí afecta a las mafias. Las dos preguntas sobre la Asamblea Nacional eran complejas cualquiera fuera la respuesta: ¿tendríamos una mejor Asamblea simplemente por tener menos miembros?, ¿y es sensato centrar las elecciones solo entre los que pueden conseguir fondos propios, aunque los recursos públicos en la práctica se han vuelto un gran negocio para algunos? La constituyente iba a generar incertidumbre y conflictos durante al menos 2 años y tendría quizás una mayoría poco confiable, lo hemos evitado, y hay mecanismos para seguir avanzando: enmiendas constitucionales (aunque si requieren voto popular quizás sean rechazadas) o acciones directas del Gobierno, incluyendo cambios de leyes. Hay espacios para avanzar con la constitución actual, pero también es cierto que hay temas que sí requerían cambios, al menos parcialmente: seguridad, justicia, sectores estratégicos, mercado laboral, seguridad social.

Quizás lo más importante es entender cómo queda el Gobierno. Había logrado éxito en dos elecciones, manejado la situación cuando elevó el IVA, evitando lo peor alrededor del alza del diésel al aplacar las protestas, pero esta vez ha sido derrotado y es responsable directo. ¿Eso coarta su voluntad de avanzar, eso limita el apoyo que pueda tener en la Asamblea y en la población? Es difícil saber. Muy probablemente en seguridad siga con su empuje, que a ratos da la impresión de no generar resultados, pero estemos conscientes de que es una lucha larga y muy difícil. ¿Mejorará la justicia? Lo dudo. ¿Habrá una profunda reforma del Estado, que es enorme y altamente ineficiente? Lo dudo también, pero que al menos mejoren los servicios básicos y que se eliminen tantas trabas existentes. Y ojalá se avance (no en todo, pero en parte al menos) en un mejor sistema laboral, jubilación, apertura al sistema financiero mundial, minería y petróleo … Sí se puede, pero ¿habrá voluntad y apoyo? Ojalá que sí, creo que sí… (O)