En los pueblos y en los entornos de amistad y familia ojalá se den procesos de reconciliación.
En tiempos de posguerra se han dado reconciliaciones e integraciones de los pueblos, cual el caso de la reunificación de Alemania dividida, luego de la Segunda Guerra Mundial, entre la República Federal Alemana –la occidental– y la República Democrática Alemana –la oriental, comunista–, que se dio entre el verano de 1989 y octubre de 1990. También están los procesos de los países del sudeste asiático, hoy con importantes niveles de desarrollo.
Y hay involuciones. De la lucha contra Somoza, que unificó a Nicaragua en los años 70, que llevó al triunfo de la Revolución sandinista en 1979 y a la Junta de Gobierno de Reconstrucción de los años inmediatos, en los tiempos posteriores se llegó a la dictadura abusiva de Daniel Ortega y su cónyuge, Rosario Murillo. “Aquí tenemos dos presidentes porque respetamos el principio de 50-50, aquí tenemos una copresidencia con la compañera Rosario”, ha expresado Ortega, en el poder en forma ininterrumpida desde enero del 2007. Antes había estado en la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional de 1979 y fue presidente de 1985 a 1990.
Condición para las reconciliaciones será no irritar las relaciones aun cuando se sustente lo que se invoque como verdad, de lo que pueden discrepar las contrapartes. Debe saberse comprender los entornos y comprometerse en la necesidad de sinceramente superar diferencias, lo que incluye hasta formas de perdón. Aprovecharse de una coyuntura para luego agredir nunca será honesto, de haber ánimo de conciliar.
Saber pedir perdón –o disculpa, atenuando la expresión–, sin que esto implique humillarse, es esencial.
¿Puede haber reconciliación en un país, en un colectivo o en una familia si se la propone con soberbia, con amenazas, entrando con abuso o cayendo a patadas? Imposible, quien actúe así lo más probable será que reciba similar respuesta.
¿Reconciliación en un país conlleva impunidad? No. Hay las vías de indulto y de amnistía, pero no deben usarse si solo son para retornar a lo mismo.
¿Para la reconciliación en el país se requiere Asamblea Constituyente? No es esencial, sí lo es la voluntad de coincidir.
Saber pedir perdón –o disculpa, atenuando la expresión–, sin que esto implique humillarse, es esencial.
¿Y qué de los capos privados de la libertad? Hoy tienen ejercicio real de poder, sea porque corrompen a jueces, sea porque estos tienen miedo a represalias. Hay que desmontar la posibilidad de abuso, de todo orden, en el exterior y el interior de los centros de privación de libertad. Esto no impide ni pasa porque no se les reconozcan las garantías para su seguridad y para ser juzgados en derecho.
Hay burla a los textos legales y al sentido común. Por ejemplo, en cuanto al control del gasto electoral, ¿alguien puede creer que los montos que se anuncian son los ciertos? Podría ser que los candidatos en singular no siempre estén informados, pero sí habrá en las campañas quien los conozca, y no se trata cuál es la fuente del gasto, los propios candidatos, sus familiares o terceros. La normativa debe cambiar para que no impere la información falsa. (O)