La relación entre China y Rusia tiene una larga historia de lucha de poderes y conflictos fronterizos, desde que el poderoso Imperio ruso forzó a China en el siglo XIX a ceder alrededor de un millón de kilómetros cuadrados hasta el presente en que ambos países se encuentran aliados ante su principal competidor: EE. UU. Desde el punto de vista político, el presidente chino, Xi Jinping, ha seguido el modelo de Putin de consolidar un gobierno crecientemente autocrático al reducir el poder del Comité Permanente del Politburó.
La nueva alianza entre Rusia y China se forja desde que Rusia se convierte en un Estado independiente en 1991. Durante periodos bélicos, como fue la invasión de Rusia a Crimea en el 2014 y la reciente guerra con Ucrania, Rusia ha buscado el apoyo de China. Sin embargo, China ha evitado expresar su apoyo público a Rusia en este conflicto ya que depende de la tecnología del oeste para continuar su rápido proceso de desarrollo y así poder superar económicamente a Estados Unidos.
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La alianza sino-rusa le ha facilitado a Rusia tolerar el bloqueo del grupo occidental, ha compensado la gran influencia de Estados Unidos en el resto del mundo y también ha evitado que un grupo de países en desarrollo intervengan en este conflicto.
Ambos países han buscado el apoyo de los países en desarrollo para contrarrestar el poder de Estados Unidos...
A raíz de la invasión rusa a Crimea, el intercambio comercial entre ambos países aumentó de $ 95,3 millardos en el 2014 a casi $ 147 millardos en el 2021, esperando que llegue a $ 200 millardos este año por la guerra de Ucrania. Adicionalmente, las transacciones entre el rublo y el yuan han aumentado significativamente.
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La economía china es cerca de 10 veces más grande que la rusa, y mientras que el PIB de Rusia se espera que se estabilice en alrededor de $ 2 trillones, el FMI espera que el PIB chino llegue a $ 27 trillones para el 2027, por lo que en el largo plazo Rusia es menos relevante económicamente para China, pero políticamente la alianza es importante para enfrentar a Estados Unidos.
Cuando Trump reclamó a China por incumplir los acuerdos de comercio internacional y subió los aranceles a sus importaciones, el presidente chino Xi viajó a Moscú en el verano del 2019 para fortalecer los lazos comerciales con Rusia. En marzo del 2022, China se abstuvo de condenar la invasión rusa a Ucrania en la resolución de la asamblea general de NN. UU. También este año China y Rusia bloquearon la propuesta del congreso del cambio climático de NN. UU. de eliminar la producción de energía a través de combustibles fósiles.
Ambos países han buscado el apoyo de los países en desarrollo para contrarrestar el poder de Estados Unidos y a su vez promover el uso del yuan en el comercio internacional. Desde esta perspectiva, se puede entender el acercamiento de estos países con los gobiernos autocráticos de Latinoamérica y sus acuerdos financieros en que líderes corruptos del socialismo del siglo XXI han hipotecado la producción petrolera futura, como es el caso de Ecuador y Venezuela, para enriquecerse y mantenerse en el poder. Sin embargo, estos líderes no son más que piezas útiles en el juego de ajedrez geopolítico entre gobiernos autocráticos de la alianza sino-rusa y gobiernos democráticos del Occidente. (O)