La mañana de este jueves Daniel Noboa Azín juró como presidente del Ecuador en el hemiciclo de la Asamblea Nacional.

En sus primeras palabras como presidente tuvo un tono conciliador, pero más firme que de costumbre, y remarcó la juventud como el principal atributo del nuevo Gobierno.

¿Qué debe priorizar y qué puede alcanzar a hacer el presidente Daniel Noboa en lo que resta del 2023? Esto dicen nuestros columnistas

Varios de nuestros columnistas nos dan sus primeras reacciones ante lo dicho por el primer mandatario:

Gustavo Cortez Galecio, analista y consultor

En poco más de ocho minutos el presidente milenial, con un tono mucho más enérgico y puntual que aquel que nos mostró en campaña, se esmeró en dejar claro que asumió como hombre libre y que no se dejará meter en esquemas caducos de revanchas. Quizás algunos nos quedamos con ganas de oír más, pero queda claro que pretende hablar con sus acciones. Y llamó a atender urgente la generación de empleo como piedra angular de la lucha contra la violencia. Conciso quizás hasta el escándalo, de acuerdo a lo tradicional, pero con buen tono y pocos mensajes directos. Otro de esos mensajes teledirigidos: ¡La juventud (de la que hace gala el joven mandatario) es fuerza! Esperemos que así sea.

Saudia Levoyer, analista

El discurso del presidente Daniel Noboa buscó trazar un antes y un después en la política. En esa medida resaltó su juventud, su voluntad y su decisión para hacer las cosas distintas. En al menos tres ocasiones ofreció que no se lo podrá encasillar en las visiones políticas que han reinado, esas de división y fragmentación del Ecuador.

También trató de presentar el acuerdo legislativo como una suma de los partidos de la alianza a su proyecto.

Como líneas de acción planteó la seguridad y el trabajo. Sin embargo, no hay información sobre cómo trabajará en ellos.

Había expectativa de que en su intervención dé más elementos sobre lo que será su gestión, pero esto no ocurrió. Habrá que esperar y mirar qué es lo que hará y, de esa forma, también saber si realmente marca un nuevo rumbo en el quehacer político.

Pablo Lucio Paredes, analista político y económico

Me deja la impresión de que fue respetuoso haciendo un discurso corto, poco poético, que a veces emociona a la gente pero en realidad no quiere decir nada. Fue pragmático. Tampoco dijo nada de lo que piensa hacer, que sí debió haber dicho aunque sea en unos pocos minutos.

A mí en realidad lo que me queda es algo que siempre he pensado, que en Ecuador tenemos una gran tendencia a decir no a todo, no al cambio... pocas veces decimos sí, sí hagamos esto, aquello... y es un poco lo que dijo Noboa, que no está con el anti, sino con el pro en varias cosas por el bien del país. Eso me parece positivo. Es tal vez un camino que él abre para algo, para mejores relaciones políticas, cambios que se pueden hacer, tener la valentía de enfrentar cambios. Es una buena visión del país, ya luego habrá que ver.

Jorge G. Alvear Macías, analista

Fue un discurso con un estilo nuevo, fresco, directo nada tedioso.

Ofreció reducir la violencia con fuentes de trabajo; dijo estar decidido a romper el ciclo de los esquemas de revanchas y de las confrontaciones pues sus electores así se manifestaron al elegirlo. Está consciente de que muchos no creyeron en sus posibilidades de ser presidente. Les agradece a todos y respeta a quienes no votaron por él. Pondrá el corazón, que ha puesto en todas las cosas de su vida privada, para ejercer el gobierno. Pide apoyo a los distintos países para resolver problemas que comparten. Les advirtió a los que buscan atraparlos en los viejas esquemas que se equivocan, pues no entienden la necesidad de cambio. Invitó a todos los sectores sociales a unirse en la tarea dura que debe emprenderse para enfrentar los graves problemas económicos y sociales. Ofreció optimismo y entusiasmo.

Miguel Hernández Terán, constitucionalista

El presidente Noboa transmitió algunos mensajes valiosos a la sociedad, sin ningún tipo de demagogia. Podría decirse que fue un discurso ideal: corto, no ofendió a nadie, convocó a trabajar. En términos de administración reflejó muy buena ubicación: pidió a sus ministros metas claras y medibles. Por lo demás, fue muy amigable con la juventud y la esperanza. Noboa llegó a todos quienes lo escucharon. Se autoproclamó como persona libre de prejuicios y no descuidó la gratitud familiar. Condenó los odios y mostró mucha apertura. En definitiva, nos dejó muy buena imagen. Todos quisiéramos que al final de su mandato la situación del país haya mejorado notablemente, que la migración forzada por la violencia desaparezca, que el índice de felicidad crezca significativamente, que vivamos mejor y en paz.

Gilda Macías Carmigniani, analista

La serenidad con que juró defender el Ecuador como nuevo presidente de la República antecedió el tono en que pronunció Daniel Noboa su discurso. Como es su estilo, fue rápido y austero, sin perder tiempo con aplausos prolongados por cada persona nombrada, lo que también demuestra el pragmatismo con el que desempeñará su rol hasta 2025.

Tal pragmatismo también fue enfatizado al señalar que es un hombre libre y de acción, que no se encasilla en ideologías y que, por tanto, no quiere perder tiempo en rencillas políticas y viejas revanchas. Tampoco con esquemas rígidos, ya que él cree en la inclusión y diversidad; de ahí la conformación de su gabinete.

Como una persona joven destacó que esto no significa ingenuidad sino fuerza ante los retos, y llamó a la juventud, que confió en él, a ser audaces y sumarse a su propuesta para reducir la violencia, generar empleos y volver del progreso una costumbre para hacer grandes cambios. Él parece dispuesto a hacerlo, a su modo.

La mención sobre su gabinete y bloque de asambleístas, en cuanto a la exigencia de planificar con metas claras que puedan ser medidas en sus avances y lograr resultados, ilustra también su experiencia en el área administrativa y la capacidad de gestión que podría demostrar en su periodo de gobierno, anticipando que son muchos los retos y pocos los días para lograr un nuevo Ecuador.

El llamado a los representantes de otros países para acompañarse y luchar juntos adelanta la posibilidad de establecer relaciones internacionales cordiales.

León Roldós, exvicepresidente de la República

Discursos cortos, respetuosos, sobrios y coherentes en las palabras los de Daniel Noboa, presidente de la República, y Henry Kronfle, presidente de la Asamblea Nacional, pero sin las precisiones que el país quiere.

Lo trascendente serán las decisiones y las acciones, y cómo se concreten. El Ecuador no quiere persecuciones, pero tampoco impunidad.

Nila Velázquez, periodista

En su breve discurso el presidente Noboa Azín fue claro, directo y concreto. La idea de la necesidad de cambio fue uno de los planteamientos, hizo un llamado a no repetir la política del pasado y pretender resultados distintos. Y para eso no hay que temer al cambio, al contrario, hay que unirse para lograrlo, enfatizó. Consideró que sin eso no será posible atender salud, educación y seguridad, necesidades diarias de la mayoría de la población, que carece de oportunidades para progresar y vivir dignamente.

En una primera impresión, se notaban las ideas fundamentales que sostenían su planteamiento: cambio, unidad, trabajo y pensar primero en el país. Lo dijo con seguridad y con énfasis. Falta ver si su invitación al cambio tiene la acogida necesaria para conseguirlo.

Mauricio Gándara Gallegos, analista

Un discurso con la sobriedad de los sajones. Lo que más quedará en la memoria ciudadana es el haber recalcado que es un hombre joven y que su equipo de gobierno también lo es. Se les desea todo éxito porque eso sería el del país. Sin embargo, un presidente todavía más joven, Juan José Flores, de 29 años, se acercó a un hombre mayor para la época, Vicente Rocafuerte, para que fuera su sucesor, aunque él se reservó la Comandancia del Ejército. Más tarde se enfrentaron y Rocafuerte comandó la oposición que derrocó a Flores. Vale también anotar que el joven presidente se ha aliado a nivel de Asamblea con dos figuras de más edad de la RC y del PSC. Pienso que es buena la combinación de los valores juveniles y los de la experiencia. Así lo habrá pensado el doctor José María Velasco Ibarra, en su quinta presidencia, cuando me apoyó para ser diputado a los 26 años y secretario general de la Administración a los 28 años.

Habrá tropiezos del equipo juvenil, pero el país espera que tengan éxito en esta suerte de gobierno interino; así lo ha tomado el mundo, como un período interino, y por eso ha concurrido a la transmisión del mando un solo presidente, el de Colombia.

Nelsa Curbelo, especialista en temas de paz

Un discurso que ayuda a poner a la población de pie, a levantarse y a buscar metas comunes.

Corto, conciso, concreto. Lo escuché con personas de sectores populares, asoladas por la inseguridad y la pobreza, que aplaudieron con una sonrisa. Un remanso en medio de tantas catástrofes, un soplo de aire fresco, de esperanza, de metas posibles y alcanzables.

Aspectos que más gustaron sobre el discurso: dejar las revanchas, trabajar con gente nueva, que los ministros tengan que presentar un plan cuyos resultados sean medibles.

Personalmente el poner como prioridad el combate a la violencia y a la miseria me parece esencial para lograr enrumbar un Estado que tiene varios Estados dentro, como tiene varios GADS no contemplados. Porque los GDO (grupos de crimen organizado) son los grupos mejor organizados desplazando las instancias legales tanto públicas como privadas: cobran impuestos, asignan propiedades, autoridades barriales, ofrecen “seguridad” y aplican “justicia” por mano propia. Y mueven una economía local e internacional que corroe las instancias democráticas.

Se requiere audacia para gobernar un país en esas condiciones y un país entero que respalde, con fuerza, pragmatismo y urgencia. El joven presidente insufló esa confianza. Las acciones tendrán que demostrar lo cierto de las expectativas.

Simón Pachano, analista

El eje central del discurso de posesión de Daniel Noboa fue la justificación de su manera de entender a la política como la superación de la confrontación. Por lo menos en seis ocasiones (que ocuparon la mayor parte de su corta intervención) aludió a ese tema. Lo hizo cuando aseguró (con una frase que correspondía a la campaña) que “aquellos que ven a la política como una realidad de extremos y revancha no tendrán el respaldo popular”. Siguió, con otra frase, que en esta ocasión correspondía al discurso que no hizo el día de su triunfo, cuando sostuvo que “para los viejos esquemas políticos le (sic) es difícil entender este éxito electoral”. Lo reiteró con fuerza al recordar que durante toda la campaña había asegurado “no soy un anti nada, soy un pro Ecuador (…), que para muchos esto es difícil entender”. Volvió con la misma lógica del discurso que no pronunció la noche del triunfo al señalar que “simplemente la realidad de estos resultados se imponen (sic)”. Subrayó el tema al afirmar: “aquellos que busquen atraparme en viejos esquemas, fracasarán. Soy un hombre libre, libre de prejuicios y políticamente distinto para muchos”. Finalmente, como si no hubiera quedado claro, volvió al asunto al sostener que “el anti tiene un techo y el pro es infinito. Dejemos los viejos esquemas políticos y concentrémonos en resolver los grandes problemas que aquejan al Ecuador”.

Tanta reiteración en el tema, sin alusión a objetivos y políticas públicas, puede ser una manera de demostrar pragmatismo. Así lo aconsejan algunas escuelas de gobierno y muchos asesores de campaña que predican el fin de las ideologías. Pero, sin entrar en ese escabroso y muy discutible terreno, cabe preguntarse si ese mismo pragmatismo fue el que llevó a los oscuros acuerdos con sentenciados que buscan la impunidad y que no fueron nombrados en el discurso.

Paola Ycaza Oneto, analista

Daniel Noboa hace un llamado a la unidad y deja clara la razón por la que el electorado lo prefirió a él: la no confrontación, “…aquellos que ven a la política como una realidad de extremos y revanchas no tendrán el respaldo popular”. Además, en este corto discurso repite más de una vez su objetivo principal como presidente y confirma, para tranquilidad de la ciudadanía, que su prioridad es acabar con la violencia en el Ecuador. Invita a todos, tanto a quienes lo apoyaron como a los que no, a trabajar en conjunto para “reducir la violencia y volver del progreso una costumbre”. Para Noboa, los problemas del Ecuador son tratables desde el pragmatismo de un ejecutivo, y no desde el manual de un político. Esperamos por el bien del Ecuador que le funcione esta receta.

(O)