Empieza diciembre y para muchas personas es como si la realidad abriera un paréntesis. Estamos viviendo uno de los momentos más complicados a nivel de país con una sequía que nos mantiene a oscuras, pero me encuentro con personas que aprovechan las pocas horas que regresa la energía eléctrica para que las luces de los árboles y adornos navideños se encienden como si nada pasara, como si no fuera con ellos, y ese es el problema recurrente en nuestro país, vivimos bajo el lema de “si no me afecta, no me importa”.

Por tanto, es necesario recordar que Navidad, viene de natividad y para los católicos es un momento de reflexión donde celebramos la vida y para ello no hace falta fantochada alguna porque el nacimiento que recordamos no está en los árboles, adornos, ni luces, sino dentro de nuestro corazón. Por tanto, sería interesante practicar la empatía con esta situación que está trayendo bastantes problemas para muchas familias que ven apagarse sus negocios y con ello, sus ingresos. También, es una época donde aparecen demasiados eventos “por cumplir” que llenan nuestra agenda acortando el tiempo de calidad que deberíamos disfrutar con nuestras familias y no solo para fotos en redes de otros.

De esta manera, creo que este último mes de año es una oportunidad para estar con quienes realmente queremos y dejar a un lado la agenda políticamente correcta de compromisos innecesarios. Es imperativo descansar la cabeza de tanta información que abruma y agobia, ya que para eso están los políticos de turno con su campaña adelantada diciéndonos desde 16 frentes que ellos son la solución para nuestros problemas y aunque sabemos que no lo son, como estamos en paréntesis navideño, las personas les celebran todo, pero la realidad siempre será en las urnas alejados de redes sociales y sonrisas falsas.

De tal forma la gente se marea en estas fechas que el mal genio está a la orden del día, y el tráfico es el mejor disparador de ira, especialmente de quienes salen a comprar regalos para tratar de quedar bien con alguien, entonces se vuelve un mal chiste irónico el tratar de hacer cosas para quedar como buenas personas, pero gritarle todo tipo de insultos al chofer del carro del costado porque no acelera o nos corta el parqueo.

En contraste, creo que diciembre es un mes para reconocer lo que se logró y soltar aquello que no se dio. También es una buena oportunidad para analizar dónde estamos y hacia dónde queremos ir, con metas claras, el camino es más fácil de andar, pero especialmente, es el mejor momento para agradecer. A mis alumnos siempre les digo que la vida es un constante aprendizaje, cada persona y situación, trae una enseñanza. Las lágrimas y las risas siempre nos dejarán una lección, lo importante es estar alerta para reconocerlos. A veces, pensar en el futuro me agobia, la situación del país no es alentadora y los políticos dejan mucho que desear, pero respiro y recuerdo que todos debemos hacer nuestra parte y dejo de sobrepensar las cosas que no puedo controlar. Corolario, me quedo con las palabras de Julio Cortazar: “La esperanza le pertenece a la vida, es la vida misma defendiéndose”. (O)