El discurso del fraude en las elecciones del domingo sonó a un libreto aprendido sin capacidad para improvisar. Tal vez por la enorme diferencia de más de un millón de votos alcanzada por Daniel Noboa sobre su contendora, Luisa González, de RC5. Las encuestas previas daban triunfos ajustados. El proceso fue claro y el orden público se mantuvo gracias a la acción de la fuerza pública, que cumplió acertadamente su deber, y a la conducta correcta de los electores.
Noboa gana, y con él, el beneficio de la duda
Significa que el pueblo creyó en Daniel Noboa. Apreció sus esfuerzos por la seguridad y los estados de excepción usados para confinar el delito en las luchas de los narcos por el control de las rutas y su execrable negocio. El pueblo en general sigue siendo pacífico. La gente sufre la violencia, pero se mantiene lejos. Decir que nuestro país es violento no es objetivo. Infortunadamente su posición geográfica lo perjudica porque es el camino más corto entre los productores y transportadores de la droga. Ellos, junto con los que cometen extorsión y delitos afines, son los violentos, no el pueblo.
Esto obliga a replantear la etiología del delito. ¿Por qué delinque quien lo hace? Es un tema complicado sobre el que los estudiosos de las ciencias penales han escrito muchas teorías. Es fácil atribuir el delito a la pobreza y la falta de empleo, por lo cual sería lógico decir que el delito se acaba cuando la gente tiene trabajo y se gana la vida honradamente. Si esto fuera cierto, no habría delitos en los países desarrollados, pero sí los hay. Claro que debemos crear más trabajos, atraer la inversión extranjera y garantizar la nacional con mejoras a las legislaciones de trabajo y de procedimiento penal. Dar garantías a los inocentes y castigar con procedimientos expeditos a quienes violan las normas de convivencia social. Son tareas de jueces honrados y legisladores sabios. También de quien ejecuta las leyes.
Es notable el triunfo de Noboa en las provincias de la Sierra y en Guayas. Se pensaba que Cotopaxi le daría una mayoría importante a la candidata apoyada por un dirigente amigo del estallido y la destrucción. No fue así. También ganó Noboa. Fue indignante que la candidata González ofreciera cumplir 25 demandas impuestas por la soberbia de dirigentes que arbitrariamente se tomaron la representación del pueblo. La mayoría los desmintió. Tigres de papel, decían los chinos.
Ha ganado la opción que ofreció trabajo y libertad. El avance de la conciencia social impide los abusos del liberalismo salvaje. La codicia del capitalista está contenida por las leyes actuales. El Estado de por sí no crea riqueza. Es absurdo ofrecer obras y trabajos reduciendo los impuestos que nutren el presupuesto nacional. El gobernante se enfrenta a la dicotomía entre gastar, por ejemplo, en pagar la burocracia, los profesores, los médicos y la fuerza pública y tener suficiente para invertir en obras redituables, como los caminos, la energía, la alimentación y educación de los niños. Ser presidente no es fácil. No solo es cuestión de buena voluntad, sino de sabiduría y hasta de buena suerte. Que la tenga el presidente Daniel Noboa. Que se cuide de quienes quieren aprovecharse de él o de su nombre. (O)