Hace unas semanas el movimiento correísta (RC5) impulsó una enmienda constitucional para reconocer al dólar como moneda oficial del Ecuador.
Su candidata Luisa González afirmó que “es absolutamente falso que queramos desdolarizar el país. Esa es parte de la campaña sucia que hemos enfrentado”.
Daniel Noboa afirmó falsamente que el candidato vicepresidencial Diego Borja había escrito su tesis de grado sobre la desdolarización. En realidad trata sobre “El papel de la política económica en la acumulación de capital en el Ecuador, periodo: 1979-1987”, y fue escrita en 1992. Pero es cierto que Borja publicó en agosto 2000 (meses después del inicio de este régimen monetario) el artículo “Una vía ordenada para salir de la dolarización y no morir en el intento”. El autor proponía: “En primer lugar, la circulación paralela de sucres y dólares en el nivel actual: 25.000 sucres por dólar. En segundo lugar, el restablecimiento de todas las funciones que por mandato constitucional tiene el Banco Central. En tercer lugar, el establecimiento de una trayectoria de indexación (que no se alteren los precios relativos) de todos los contratos… En cuarto lugar, el establecimiento de un sistema de control de cambios”.
Rafael Correa, por su parte, publicó en 2004 el estudio académico “Dolarización y desdolarización: más elementos para el debate”. Reconoce “los graves riesgos y costos que implicaría una salida de la dolarización”. Identifica “tres problemas fundamentales e interrelacionados entre sí: a) crear demanda por la nueva moneda… b) evitar una crisis bancaria por corrida de depósitos, y c) evitar una crisis de balanza de pagos por salida de capitales”. Propone que la salida del dólar “debería realizarse de manera paulatina”. En el número previo de la Revista Iconos, otros futuros (y pasados) líderes del correísmo (Alberto Acosta, Fander Falconí) debatían sobre las bondades de la desdolarización.
Durante la década del régimen, Correa atacaba frecuentemente a la dolarización, afirmando que fue una “mala decisión”, y buscó impulsar alternativas, tales como el SUCRE (Sistema Unitario de Compensación Regional, que en la práctica sirvió para lavado de dólares ecuatorianos con Venezuela); una moneda común sudamericana, el “Sur” y una moneda electrónica.
Andrés Arauz, excandidato a presidente y vicepresidente del correísmo, ha indicado en varias ocasiones su interés en desdolarizar al Ecuador, e introducir “ecuadólares”, una moneda paralela al dólar sin ningún respaldo. En una entrevista con el medio argentino Perfil, criticó visceralmente a la dolarización, afirmando que “fue impuesta en violación de nuestra Constitución”. En abril 2020 Arauz había escrito en su blog sobre la “desdolarización buena”. Esta supuesta desdolarización buena “buscaría más medios de pago y encarecimiento de las importaciones… Lo que yo proponía para Ecuador es la generación de medios de pago de electrónicos, un dinero digital de banca central”.
Ahí es donde cae en una falacia. Al generar una “moneda electrónica”, que sería emitida sin respaldo, se provocaría igualmente la devaluación de tal “moneda electrónica” y su pérdida de poder adquisitivo. Adicionalmente, si el Estado usase dicha “moneda electrónica” para pagar sueldos y a los proveedores, rápidamente se impondría un sistema bimonetario, en el cual la “moneda electrónica” perdería valor rápidamente frente al dólar.
En el caso de Zimbabue, que introdujo el Zimdollar en 2019, el tipo de cambio se elevó de $1 Zimdollar por USD en 2019, a 1.000 por USD en el mercado oficial y 2.000 por USD en el mercado paralelo.
¿Por qué el correísmo ha propuesto pública y reiteradamente la desdolarización, cuando la dolarización cuenta con inmenso apoyo en el Ecuador (más del 80 %, según encuestas)? La respuesta es que impone una camisa de fuerza al gasto público, dado que no permite la emisión monetaria inorgánica (como ha ocurrido en Argentina y Venezuela, donde la inflación ha superado los tres dígitos). No obstante, los candidatos correístas también han hablado de utilizar los recursos de las reservas internacionales (algo que ya se hizo durante la década de Correa), lo cual también pone en riesgo a la dolarización. (O)