Las adicciones a las drogas o al poder, lo cual es muy grave, refleja que hay políticos que viven 24/7 sin descansar y pegados al celular y a las redes sociales, no para construir y aportar al desarrollo de su patria, al mejoramiento de la calidad de vida de sus ciudadanos, sino solo en busca afanosamente de la Presidencia de la República para saciar sus apetitos personales y de sus grupos.
Con sus mentiras y malos ejemplos, los populistas y demagogos buscan poder para sembrar el odio, tomar venganza, destruir al contrario, lo cual les ha llevado al deterioro de su imagen, que se reflejan en las urnas, porque instalan narrativas que se inventan, como hablar en Ecuador de un fraude, que debe ser sustentado, documentado y probado, lo que no se ha podido hacer hasta hoy.
Lo ocurrido recientemente en Colombia, con la carta-denuncia-acusación que le enviara nada menos que el excanciller de ese país en este gobierno, Álvaro Leiva, al presidente Gustavo Petro, refleja los niveles de la política y los políticos, conscientes de que una autoridad, más aún el primer mandatario de un país, está expuesta al escrutinio público y en la vitrina de la crítica en todas sus manifestaciones.
Ya no se discute ni se desmiente en Colombia sus vinculaciones a las drogas, sino si tiene adicción o si consume por “recreación”. Ahora se duda si muchas declaraciones las ha hecho en sus plenas capacidades o influenciado por las drogas.
Un personaje que habla barbaridades, lo cual es un peligro, a veces con mensajes de madrugada y presumiblemente en mal estado, cuando declaró que la cocaína es ilegal porque se fabrica en América Latina, no porque sea peor que el whisky. Ahora se entiende por qué ha hecho afirmaciones de esta naturaleza.
Déficit, aranceles y dólar (parte 2)
Así lanzó recientemente varios infundios en contra del Ecuador con ocasión de las últimas elecciones presidenciales, en una clara intromisión en la política interna y poniendo en riesgo las buenas relaciones entre dos países vecinos, como le advirtieran ex altos funcionarios de su propia administración.
Al no reconocer el categórico triunfo del presidente candidato, con una diferencia de un millón doscientos mil votos (11,20 %), tuvo la audacia de comparar con lo que hiciera su amigo, el dictador venezolano Nicolás Maduro, cuando usurpó el poder luego del triunfo contundente de Edmundo González, al no poder enseñar las actas, que el mundo sí conociera por los observadores del Centro Carter y los registros oficiales exhibidos por la oposición. En Ecuador, las actas están a la disposición en los registros oficiales del CNE, no los tiene el Gobierno como pide que exhiba en su declaración trasnochada.
Ahora se entiende sus actitudes sinuosas, impensables y riesgosas cuando lanzara mentiras como la detención de un dirigente indígena o que se militarizó el proceso electoral cuando durante la historia reciente, mediante convenios, las FF. AA. han dado resguardo y por tanto garantías durante el desarrollo de los procesos electorales.
La prioridad es el crecimiento
Cómo pueden ser buenos ejemplos para sus pueblos, no solo a la juventud, aquellos personajes denunciados por sus cercanos colaboradores, no de opositores políticos, de ser consumidores de drogas, o aquellos que en su vida no tienen la decencia de reconocer las derrotas y mantienen alienados a sus enceguecidos seguidores con cuentos del fraude electoral, que no han podido probar. (O)