El encuentro entre los dos finalistas de la lid presidencial captó el interés de la población en la expectativa de escuchar propuestas concretas para impulsar las actividades productivas. Se esperaba el anuncio de algún proyecto para el incremento de la producción de los campos cultivados y los desaprovechados terrenos de la fértil cuenca de los ríos Daule, Babahoyo y el gran Guayas, sitios de enorme potencial agrario, con decepción no aconteció nada que se acerque a ese sentido objetivo. Pero, merece relievarse, que, si hubo un ganador, fue la dolarización, pues ambos aceptaron de viva voz, aunque con diferentes matices, que no solo perdurará, sino que harán esfuerzos para conservarla y robustecerla, compromiso asumido ante el escrutinio de millones de ecuatorianos.
Las elecciones como suicidio colectivo
La gran tarea será aplicar medidas para evitar que flaquee, en el entendido que el solo hecho de la promesa conjunta de mantenerla es una señal inequívoca al mundo que ese será nuestro camino. Antes, se sucedieron exposiciones públicas de elementos vinculados con el convivir económico del país, se manifestaron banqueros, autoridades, gremios empresariales, colegios profesionales, siempre a favor de la existencia del dólar como moneda nacional, desde el gobierno se emitió un decreto presidencial en ese sentido y la oposición propuso, a través de consulta popular, se la incluya como una reforma constitucional.
Se reconoció sin ambages que el sector productivo que mejor aportaría al apuntalamiento del dólar sería el agropecuario, lo haría en un plazo muy corto, necesitaría solo una gestión que logre la participación comprometida de las fuerzas intervinientes en los procesos agroindustriales. Por ejemplo, si se fijara como meta eliminar el egreso de divisas por importaciones de maíz duro, granos de soya y sus elaborados, bastaría emprender en una gran movilización para copar áreas incultas, sin destruir la vegetación primigenia, con siembras de maíz y soya.
Las importaciones de maíz en el 2024 fueron de 165.000 toneladas, teniendo intacta la opción de suplir los déficits de Colombia y Perú, parcialmente satisfechos por los Estados Unidos con sus TLC, ambos compraron alrededor de 10 millones de toneladas. Para tal efecto, se requiere una gestión liderada por el más alto nivel político, convocando a industriales, como financistas del plan y demandantes permanentes, a los gremios maiceros, a proveedores de insumos y establezcan la meta de eliminar el déficit del cereal y proyectarlo a la exportación. El impacto en la generación de empleos adecuados, directos e indirectos, sería extraordinario, pues se trata de una de las cadenas productivas más grandes y poderosas del país, que abarca desde los plantíos, pasando por secado y almacenamiento, hasta llevar el producto seco y limpio a las industrias para su conversión en alimentos balanceados, fundamentales para la alimentación de aves, porcinos y camarón.
Igual procedimiento se aplicaría a otros bienes, como soya, trigo, cebada, café, de inmenso futuro por cantidad y precios, y así se lograría un volumen significativo de exportación que traería más dólares generando múltiples empleos adecuados. (O)