Durante los últimos meses, el tema del juicio político ha estado captando la atención de los ecuatorianos, en especial de los políticos, y “captando la desatención” de la mayoría respecto de los grandes problemas nacionales.

Hemos podido oír sinnúmero de argumentos, unos defendiendo a rajatabla la validez de lo que se está haciendo, otros atacando duramente a quienes proponen la tesis del juicio, y tratan de desbaratar todos los argumentos de quienes están a favor.

Pero eso, que tiene una mezcla de discusión jurídica y batalla política, es una minoritaria parte de las discusiones. Se ha planteado también la discusión de si la Corte Constitucional solo debe hacer una ligera revisión de los requisitos formales o si debe en forma profunda analizar lo formal en relación con lo medular.

Al menos seis asambleas constituyentes se realizaron en Ecuador en el siglo XX, en todas se prometió solucionar los problemas de la población, y ahora se plantea otra

Los otros seis

Y también la discusión sobre la “muerte cruzada” no ha tenido descanso. Unos diciendo que el presidente puede ejercer esa facultad en cualquier momento, como claramente aparece en la Constitución, otros diciendo que el momento en que es llamado a juicio político el presidente ya no tiene esa facultad.

Y para continuar con la lista, que es interminable, también se han gastado horas sobre la tesis de que los legisladores, al hacer un juicio político, no penal, tienen derecho a botar en función de cómo aprecian el estilo, la forma, o los resultados y acciones del Gobierno y no por los méritos de la materia del juicio en sí mismo.

Más allá del resultado de este juicio, el país tiene que unificarse en el esfuerzo de lograr una nueva Constitución...

Todo aquello sobre lo cual hemos perdido el tiempo en las últimas semanas, puede atribuirse a la voracidad de la oposición, a la ineficacia del frente político de los últimos dos años, a la forma de hacer las cosas del presidente, o a los conejos que salen de sus madrigueras.

Rafael Correa impulsa una asamblea constituyente (otra vez). ¿La aplicación de esta figura ha beneficiado al Ecuador?

Pero la razón real y única es que la Constitución nos ha metido en estos problemas, es ella, con las grandes, enormes y perversas contradicciones que tiene, es ella con concepciones del Estado totalmente alejadas de nuestra historia y de nuestra idiosincrasia, la que abre la puerta a toda esta discusión estéril, a todo este horroroso ambiente de debate político intrascendente.

Esta Constitución no es ecuatoriana, no solamente porque fue producida por unos extranjeros que vinieron a experimentar con nuestra patria, porque en la patria de ellos no tienen cabida para las locuras, sino también porque contiene absurdos, chifladuras y enormes vacíos que han ido ahogando cada vez más a esta sociedad.

Recordemos al Consejo de Participación Ciudadana y Control Social (CPCCS) como el epitafio final de la tumba de la desinstitucionalización del país. Invento de extranjeros para los conejillos de Indias.

Por ello este juicio es una instancia más para comprobar el ineficiente nacimiento bizarro de la Constitución.

Más allá del resultado de este juicio, el país tiene que unificarse en el esfuerzo de lograr una nueva Constitución, hecha por ecuatorianos, para ecuatorianos, y no para un programa político de perpetuación del poder.

Ojalá que este juicio sirva para que los ecuatorianos, y en especial sus líderes políticos, entiendan de una vez por todas que el mamotreto heredado del socialismo siglo XXI versión Ecuador debe desaparecer. (O)