La infraestructura desempeña un rol esencial como un pilar fundamental del desarrollo sostenible de una sociedad. La infraestructura, como intervención del hombre sobre el territorio, está profundamente vinculada con la organización y el funcionamiento de la sociedad y evidencia el nivel de desarrollo de una comunidad.

En las instituciones culturales la infraestructura es una herramienta vital para proveer el desarrollo económico y social, y para integrar a las comunidades y generar su bienestar. Bajo ningún aspecto puede ser considerada como un gasto, sino más como una inversión, ya que se constituye en uno de los elementos más evidentes de la identidad de una comunidad. Esta comprende todos los espacios en donde tienen lugar las diversas prácticas y manifestaciones artísticas y culturales de las comunidades. Por ello, la ejecución de una política en infraestructura cultural resulta más que pertinente y debería ser propuesta desde el órgano rector de la cultura.

El infinito en un junco

Frente a la disminución permanente de presupuestos para cultura, se traduce en una problemática patente y emergente que no se ha considerado en los planes de desarrollo del Gobierno central. No se evidencia ningún interés en el fortalecimiento institucional del Sistema Nacional de Cultura, que promueva la descentralización con el fin de contar con espacios adecuados y equipamientos que permitan la difusión, creación, innovación y circulación de bienes y manifestaciones culturales en óptimas condiciones.

Tampoco se visualiza una planeación prospectiva para la creación o consolidación de infraestructura cultural. Un ejemplo claro fue la afectación después del sismo de 6,8 en el golfo de Guayaquil, sumada a la fuerte temporada invernal que puso en peligro la infraestructura cultural de la Casa de la Cultura Núcleo del Guayas y su equipamiento. Seguimos esperando las acciones de las autoridades correspondientes, en las que se otorguen recursos para una inversión adecuada que atienda las necesidades más urgentes como es la restauración de la infraestructura cultural. Urge trabajar en planes de inversión atendiendo estas necesidades con la finalidad de que se gesten más proyectos y programas de servicios artísticos para la comunidad.

Cultura de paz

La presencia y calidad de la infraestructura cultural refleja el bienestar de la ciudad y evidencia su desarrollo social.

Es hora de desterrar la idea actual que nos lleva a encontrarnos a merced de una industria del entretenimiento y de una cultura diseñada, en su mayoría, desde una lógica de consumo que no ahonda en la generación de valores y principios para la reconstrucción del tejido social, sino que, por el contrario, procura la reproducción de los prejuicios y desconocimientos.

Me permito recordar que los fenómenos sociales van de la mano con la cultura y es ahí donde se falla notablemente en el desarrollo local comunitario.

La presencia y calidad de la infraestructura cultural refleja el bienestar de la ciudad y evidencia su desarrollo social.

Si queremos una sociedad con prácticas culturales saludables, que vayan hacia el respeto, principios, valores, erradicar la violencia, debemos preponderar el arte y la cultura. (O)