En un lacónico comunicado la segunda empresa naviera más grande del mundo, Maersk, hizo conocer que desde enero de 2024 sus operaciones se concentrarán en el puerto de administración público privada de Posorja, parroquia rural del cantón Guayaquil, afectando las actividades de las terminales de la ciudad. Las razones fundamentales de esa sorpresiva decisión serían de tipo comercial, adoptada legítimamente, pero exacerbada por la inseguridad reinante en el país, materializada en septiembre pasado cuando se vio obligada por la piratería a no recalar en Puerto Bolívar sino en Guayaquil, generando aumentos de gastos, agravando la tenue competitividad bananera. Los despachos de carga y descarga de contenedores solo se reanudaron cuando elementos de la Armada los garantizaron, acciones que en adelante serán necesarias en todos los puertos del Ecuador.

La naviera Maersk saldrá del Puerto Marítimo de Guayaquil para operar desde Posorja desde el 2024

El desvío unilateral dispuesto equivale a más de 92 kilómetros adicionales para la movilización de productos perecibles que tienen que conservar una línea de frío no interrumpida o alargada, so pena de irremediable deterioro, significa un incremento de costos de transporte estimado como mínimo en 12 centavos por caja de banano, que algún segmento de la cadena terminará asumiéndolo, ni remotamente pensar que se cargue ese concepto a los agricultores que hicieron sus cálculos sin incluir esa elevación además deberán ajustar el tiempo de corte de la fruta; tampoco debe aplicarse a los exportadores que mayoritariamente venden FOB sin haber considerado esa inesperada alza, hacerlo sería perforar la relación armónica con los importadores.

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La salida de Maersk significa que el puerto de Guayaquil en su conjunto dejará de ofrecer servicios a mil contenedores diarios, reduciendo los ingresos de miles de ecuatorianos que subsisten de prestaciones que se otorgan en tierra como operadores de maquinarias, vehículos livianos, cuadrillas, restaurantes, que contribuyen a enriquecer el concepto dinámico de ciudad-puerto de Guayaquil. Provocará otro efecto colateral contra la pujante metrópoli y sus avenidas de salida hacia la costa, el flujo vehicular ahora con mínima velocidad controlada, se congestionará más de lo que actualmente padece, por lo menos hasta la altura del peaje de Chongón, aumentando el incesante sufrir de pobladores atraídos por la publicitada tranquilidad que desaparecerá.

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Las vías que comunican a la costa no resistirán el peso de vehículos con un ir de repletos contenedores, aunque retornen vacíos, engrosando una movilidad no exenta de frecuentes accidentes desestimulantes del desarrollo turístico y productivo de la zona, sin certeza de seguridad frente a los embates delincuenciales que aparecen a cada paso, cuando debieron tomarse medidas preventivas frente a los ataques de piratas y pandilleros comunes que aparecen a lo largo de vías terrestres y ahora marítimas que desaniman a los inversionistas locales y extranjeros.

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Es obligación estatal precautelar y garantizar la integridad del comercio exterior que registra cifras importantes de exportaciones de bienes agropecuarios, acuícolas y de importaciones, puntales del crecimiento económico del país. (O)