Entre las fiestas y el rebrote de los contagios, fue quedando en el olvido la extraña aprobación de la ley económica. Nuestra débil memoria contribuyó a que nos despreocupemos de mantener el interés sobre lo que llevó a que, el 26 de noviembre, se produjeran unas votaciones inexplicables. No se aprobaron los informes de mayoría y de minoría, ni se rechazó la ley, que finalmente entró en vigencia tal y como la había enviado el presidente. Aparentemente, fue el triunfador de la jornada. Pero, inmediatamente se puso en duda que él fuera el único beneficiado o si alguien más lo fue o lo sería más adelante. Las sospechas apuntaban al bloque de UNES, cuya abstención llevó a ese resultado. Por qué lo hizo y qué obtuvo a cambio eran las preguntas que quedaron en el aire y que, hasta ahora, parecía que seguirían ahí. Sin embargo, a lo largo de los días se produjeron hechos que seguramente van a colocar el tema nuevamente en el centro del debate político.

El primero de esos hechos es el silencio de los integrantes de la bancada abstenida. Militantes entusiastas, siempre locuaces y dispuestos a sostener sus posiciones en los medios, han hecho una manda de silencio al respecto. Las pocas explicaciones que intentaron dar fueron tan pueriles que solamente les hacían quedar como unos ingenuos que no tenían idea de lo que habían hecho. Rápidamente las dejaron de lado y pusieron sus esperanzas en la pronta llegada del olvido.

No fue una táctica muy efectiva, porque inmediatamente apareció el segundo hecho. Fueron las declaraciones del líder que, en lugar de sustentar la posición de sus asambleístas, increpó a quienes desde sus propias filas o desde medios de comunicación cercanos cuestionaban la abstención. Les acusó de no comprender la situación de sus dirigentes presos. Con ello dejó sin efecto las justificaciones basadas en la ingenuidad de los legisladores y fortaleció las sospechas que se habían despertado inicialmente. Dejaba en evidencia que había una relación entre lo actuado en la Asamblea y los procesos judiciales. A buen entendedor… dice la sabiduría popular.

El tercer hecho fue un artículo largo y exhaustivo en detalles de un intelectual orgánico de la revolución ciudadana. El sociólogo Franklin Ramírez difundió en una plataforma digital de izquierda (https://jacobinlat.com) un análisis crítico de la posición asumida por la bancada y, sobre todo, por Rafael Correa. El autor se pregunta si se trata de “un traspié táctico o de un cambio en las orientaciones generales del movimiento”. Su propia respuesta apunta al cambio de orientación, debido a que “Correa está concentrado en aliviar la situación de quienes fueran sus altos funcionarios”. Por ello, su “extensa y disciplinada bancada aparece como moneda de cambio”. Anota que en la RC hubo “una rebelión [que] desbordó al expresidente, habituado a un comando exento de controversias públicas en su frente interno”. Ante esto, “Las respuestas de Correa y su guardia pretoriana han sido erráticas, confusas y evasivas”. Finalmente, alude a impugnaciones internas, anuncios de desafiliaciones y deserciones de militantes. Es una fuerte crítica que transparenta los problemas internos que podrían tener una larga cola. Cabe preguntarse si el gobierno estará dispuesto a dar su versión. La ciudadanía necesita explicaciones de lado y lado. (O)