En ninguna elección para cualquier dignidad se produce una transferencia de votos de un candidato hacia otro, menos aún, en un país como el nuestro, en el cual la preferencia electoral no es ideológica.

Hay que resaltar que esta elección no se diferencia de las anteriores, pues en el imaginario de los electores están las personas, antes que las propuestas y los partidos que representan. Incluso, algunos candidatos no están ni siquiera afiliados a las tiendas con las que corrieron por algún cargo de representación, pues eso lo permite el Código de la Democracia.

En este escenario, en donde la elección para el binomio presidencial es diferente a los resultados para la conformación de la Asamblea Nacional, sobre todo, en las provincias, se vuelven a enfrentar las mismas tendencias antagónicas del 2017: el correísmo versus el anticorreísmo representado por Guillermo Lasso.

Hasta cierto sentido, estas dos tendencias se conocen, se han estudiado, saben sus puntos flacos y sus fortalezas. Las dos llegan a la segunda vuelta disminuidos, pues en esta ocasión redujeron su votación en comparación con el 2017.

En el caso del correísmo, este fenómeno se entiende después de 14 años de intervención política, pero en el caso de Guillermo Lasso hay varias explicaciones, como la entrada en escena del anticorreísmo de izquierda indigenista y ambientalista, en el liderazgo de Yaku Pérez, y por otro lado, la emergencia del outsider que corrió por la Izquierda Democrática, Xavier Hervas, sin perder de vista la fragmentación provocada por 16 candidaturas que nos dejan la tarea urgente de racionalizar el sistema de competencia política, en el que están habilitadas 283 organizaciones, entre nacionales, locales, cantonales y parroquiales.

En este contexto, la transferencia de votos a los dos candidatos es compleja, ya que el electorado de Yaku Pérez y Xavier Hervas, quienes tuvieron una votación con poca distancia porcentual, no es el mismo. Y aunque los dos se ubican en el anticorreísmo, sin embargo, su cosmovisión de país es distinta. Yaku Pérez tiende a la radicalización de la defensa de los recursos naturales, sobre todo, la defensa del agua, causa que ha sido su razón política en los últimos años, mientras que Xavier Hervas apuntala hacia un modelo que intentaría reinventar la socialdemocracia desde una tercera vía, en el que se concilian libertades y derechos, principio que no es nuevo, pero que no ha sido aplicado con rigor y eficiencia en el país.

La votación en disputa está en el segmento de los jóvenes, quienes anteponen sus causas y las necesidades de resolución inmediata a las ideologías, como el empleo, el acceso a la educación y la tecnología, el respeto a las diversidades, el rechazo a todo tipo de violencias, la inclusión de su voz en los procesos de cambio societal que se producen y la salud mental como prioridad en la atención pública.

La pregunta del millón es, cuál de los dos candidatos tiene la sintonía con este segmento, que en unos casos votó por Yaku Pérez y en otros, por Xavier Hervas. (O)