Cuando escribo estas letras falta exactamente un mes para que elijamos el futuro de nuestro país. Según la Real Academia Española ( RAE), elegir es escoger o preferir a algo o a alguien para un fin. El diccionario Panhispánico añade: “y nombrar a alguien por elección para un puesto o dignidad”.

Según el artículo 61 de nuestra Constitución, los ecuatorianos y ecuatorianas gozamos del derecho a elegir y ser elegidos, lo que ocurre en el ejercicio del sufragio, que supone, respeto a la libertad de expresar voluntariamente, mediante el voto ciudadano, la preferencia entre quienes aspiran a ejercer funciones fundamentales en la estructura de un Estado democrático.

El derecho a decidir

Libertad es la capacidad del ser humano de actuar según sus valores, criterios, razones y su voluntad, sin más limitaciones que el respeto a la libertad y la dignidad del otro, y a la ley y el derecho ajeno. Es una de las características que nos distingue de los otros seres vivos y es propia de la condición humana. La ejercemos diariamente, para decisiones cotidianas, para otras que pueden definir nuestras vidas para siempre, pero también, para participar en hechos que son determinantes en las comunidades y en la vida de las naciones, y hacerlo sin que se imponga una dirección o una manera de tomar las decisiones. De las cuales, por cierto, somos absolutamente responsables.

Libertad de pensamiento, de libre expresión y de libre elección son fundamentales para el desarrollo integral de los seres humanos y para la sociedad en que nos desenvolvemos. En este artículo centraremos la atención en la libertad de elegir.

El voto sin foto

Elegir, como define la RAE, es escoger o preferir. Por supuesto, esto requiere que haya varias opciones y que el ciudadano sea libre de optar por una de ellas. Para que la elección sea realmente libre es necesario analizar las alternativas con información confiable. Los candidatos y sus auspiciantes tienen derecho a la publicidad con la que buscan hacerse conocer, que sus propuestas sean escuchadas, que sus ideas sean debatidas, pero, obviamente, presentan solo lo positivo y si el votante no busca información en otras fuentes y solo se guía por la que ofrecen en sus campañas, en la que uno de los candidatos puede tener más y mejor publicidad, no se puede afirmar que hizo una elección libre porque no buscó información imparcial en otras fuentes, y los discursos, las entrevistas, la publicidad directa, los gritos, las mentiras, los insultos, el dinero, son herramientas para buscar la victoria porque ejercen sobre los ciudadanos una gran influencia, que determina su inclinación y su voto.

Se puede decir que cada uno sigue a quien quiere, eso es verdad, pero no se puede decir que lo eligió. Elegir es tomar una decisión después de analizar las alternativas con serenidad, en este caso, pensando en la realidad del país y en la posibilidad de que los proyectos anunciados puedan realizarse o no. Es necesario pensar no solo en el voto y en si el candidato seleccionado ganará, sino, en que somos responsables de lo que elegimos y que las elecciones equivocadas impiden el desarrollo en democracia. En palabras de Fernando Savater, hay que tener “el valor de elegir”. (O)