Dijo que los tiene bien puestos. Que por lo menos pega tres palos. Que la cumbre iberoamericana que organizó, y a la cual no asistió ningún presidente de la región, ha sido un éxito. Al menos asisten sus acólitos. Y las más de las veces aplauden. Quizá le dicen que la culpa, siempre, es de los otros. Como la lluvia. Que conspira contra su reelección. Pero él confía, muy seguramente, en que el pueblo entenderá que no es su culpa, porque siempre es de los otros. De la exministra que le advirtió sobre la sequía y el estiaje, por ejemplo. De la vicepresidenta de la República, que él escogió para formar binomio y que pretende, osada ella, cumplir con su rol constitucional de asumir el poder ante la ausencia temporal del primer mandatario bajo licencia.
Al fin y al cabo, como sugirió su cónyuge, ellos tienen mucho más que perder. Los indolentes siempre son los otros, los culpables. Les hubiese gustado que los mismos que se quejan de que Jan Topic haya sido expulsado de la contienda electoral hubieran armado el despelote cuando bloquearon la candidatura del suegro de la primera dama. Un despelote como el del Madrid de los excesos. Quizá por eso, cuando la luz dejó de llegar a los hogares de la gran mayoría, el presidente condecoró a su padre. Ni corto ni perezoso. Quién pudiera ser así. Tan educado en las más caras universidades gringas, en las que seguramente no expresaba lo de los tres palos, porque eso estaba reservado para nosotros, el pueblo que celebra –siempre– cualquier intento de exceso masculino.
Y es que ellos están sacrificando sus vidas por los ecuatorianos. Como la ministra del Trabajo, a quien no le importó destrozar su carrera de abogada para sostener una aberrante violación constitucional. Pero son sacrificios necesarios y heroicos para seguir en el poder, para que a la vicepresidenta ni se le ocurra poner un pie en Carondelet. Por eso, la jefa de la bancada oficialista ve los problemas nacionales “resolvidos” por el Gobierno. Como la luz, que ojalá algún día llegue desde Colombia, porque allá lo enviaron a que se calme al exministro de Gobierno, quien llamaba en vivo a las radios para recordarles –como quien dice, a carajazos– que aquí mandan los sacrificados. Los que los tienen bien puestos y pegan tres palos. Como cuando incursionaron en la embajada de México, violando orgullosos la Convención de Viena, para que no se fugue un corrupto acosador sexual. Porque una ilegalidad sí se puede cubrir con otra. Esto es la realpolitik. Palo sobre otro palo: dos palos.
No es justo, para ellos, que unos pocos les critiquen. Si vivimos en conflicto armado interno, aunque la Corte Constitucional nunca lo ha autorizado como causal. Pero eso es lo de menos, porque la gente no lee dictámenes, sino que ve el TikTok, cuando hay como cargar celulares. Por eso, el ensañamiento con la periodista que le preguntó y escribió sobre los juicios que le puso a su ex o con la entrevistadora cubana a la que le retiraron ilegalmente su visa. En todo caso, que el secretario de la OEA, Luis Almagro, no venga a meter las narices, porque somos soberanos. Y así no les guste, aquí se resuelve. Es el vigor del carpintero. (O)