La observación de los hechos y la importancia de los dichos nos permiten, en parte, entender mejor cómo funciona un país. Son la cultura y valores de una sociedad.

“Más vale malo conocido que bueno por conocer”. Puede tener una connotación positiva para algunos, pero me parece en esencia tremendamente negativo. Nos muestra como conservadores y temerosos. Sin duda mucha gente no lo es, se lanza todos los días a pelear la adversidad, a buscar “algo mejor”, pero frente a los temas colectivos ciertamente es nuestra actitud. Dijimos no en 1995 a una reforma profunda del IESS (Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social), no hace poco al trabajo por horas, que mejor no explotar el Yasuní, en el fondo hemos rechazado los ajustes a los combustibles, etc. Ciertamente no solo es temor, sino que la gente percibe (con razón o no) que hay “gato encerrado”. Y en los próximos años necesitaremos todo lo contrario: aceptar que los cambios no solo son necesarios, sino indispensables.

¿Por qué arde Troya?

“Vaya, mijo, vaya, y no se dejará…”. Es una frase que encierra la desconfianza social. Estamos convencidos de que allá afuera solo hay hienas que tratarán de comerte vivo. Puede ser parcialmente cierto, pero es grave porque se hace muy difícil avanzar en lo colectivo, porque antes de que me ataquen yo debo atacar, y entramos en un círculo vicioso, cuando las sociedades se construyen a partir de intercambios lejanos e indirectos de confianza entre desconocidos. Ejemplo, trabajador y empresario se ven con mala cara, o los políticos se escudan en sus esquinas sin capacidad de dialogo. Un símbolo es el tráfico: usted puede intentar dejarle el paso a un peatón, que muchas veces no cruzará por el temor de que le esté haciendo “una mala pasada”. Hablando del tráfico, es impresionante cuán poco miramos alrededor nuestro. Cada uno se encierra en su burbuja y solo piensa en su interés y objetivo. Es secundario que eso interfiera con los demás y que todos salgamos perdiendo.

“Si quieres celeste, que te cueste”. Muy sabias palabras, muestrean a nivel personal el convencimiento de que solo el esfuerzo saca adelante... pero cuando pasamos a lo colectivo esto parece esfumarse. Cómo captar recursos estatales “fáciles” es una norma. El amigo, el pariente, el contacto que nos lleva a un “empleíto”, a un contrato, a alguna ventaja.

Focalización y liberalización

En la encuesta con doble pregunta “¿usted es puntual?, ¿los ecuatorianos en general son impuntuales?”, la respuesta sorprendentemente es sí en un 80 % a lo primero y a lo segundo, lo cual no tiene sentido, por qué sino ¿dónde están los impuntuales? En el fondo es culpar a los demás de las situaciones negativas. Yo actúo bien, pero los demás no. Los ciudadanos actuamos bien, los políticos son culpables de todos los males. Me va mal en el trabajo, es culpa del jefe, los compañeros, los envidiosos que “me serruchan el piso”. Los demás son corruptos y si yo cometo uno que otro pecadillo frente a la sociedad, lo mío no es grave y se justifica. El país no avanza, pero es culpa de los gringos, el FMI (Fondo Monetario Internacional) o, por último, de los españoles hace 500 años.

En fin, cargamos una serie de males... pero tenemos un país maravilloso que podemos potenciar. ¿Debemos hacer un esfuerzo para asumir nuestras responsabilidades? Ciertamente, pero sí se puede. Ojalá... (O)