Quienes hicieron la Constitución de Montecristi la consideraron tan perfecta que para modificarla o sustituirla la ataron como un nudo gordiano. Cuenta la historia que Alejandro Magno encontró uno al iniciar sus conquistas y que, en lugar de buscar las ocultas puntas para desatarlo, lo cortó con un tajo de su espada. Audaz y decidido, ese conquistador es casi una leyenda histórica.
Estamos dialogando para ver la manera de cambiar o sustituir la vigente y ha aparecido la opinión de un jurista probo, el Dr. Enrique Herrería, quien propone otra solución: que el presidente de la República forme una comisión de patriotas expertos, que se discuta y proponga el proyecto directamente al pueblo para que, en consulta, lo apruebe o lo niegue. Cortar el nudo. Sería una solución más breve en el tiempo, tal vez también en su extensión, y el soberano se pronunciaría tal vez en este mismo año.
El problema es que la propuesta no tiene asidero en la constitución vigente, porque la idea no se refiere a una simple reforma que se respaldaría en el art. 441, número 1, de la vigente, sino a un cuerpo legal nuevo, una nueva constitución, que debería ser aprobada conforme lo manda el art. 444 y su largo proceso. Ese capítulo III del título IX de la carta magna vigente, reforma de la Constitución, es un verdadero nudo gordiano.
Recuerdo que la Junta Militar de Gobierno, en 1978, antes de entregar el mando, organizó un proceso que consistía en redactar un proyecto de nueva constitución y como alternativa la Constitución de 1945 reformada. Pero salíamos de una dictadura militar y la consulta al pueblo era el camino obligado. En tales años, hubo una gran campaña de información. El pueblo aprobó el proyecto de nueva constitución y dos jóvenes abogados, Jaime Roldós y Osvaldo Hurtado, ganaron las elecciones en 1979.
Ahora es distinto: vivimos un Estado de garantías. Los ciudadanos tenemos el derecho de expresar nuestras opiniones y de cambiarlas. En este espacio me pronuncié por la alternativa de reformar la carta magna con el procedimiento que consta en su texto, tesis también esgrimida por juristas y políticos del más alto nivel. Sí: muchos juristas serios y personas sensatas están de acuerdo en que necesitamos actualizar el orden constitucional para adaptarlo a los tiempos de la inteligencia artificial, los cambios en las conductas que las nuevas tecnologías están introduciendo en la vida cotidiana, que no existían hace cinco lustros; el exorbitante poder alcanzado por delincuentes que tienen tanto dinero y son capaces de comprar todo, porque la codicia está en el ser humano; ofrecer garantías a la inversión de capitales y flexibilizar la legislación laboral. Todo ha cambiado, y seguirá cambiando. No lo digo yo: lo afirmaba Heráclito de Éfeso hace 27 siglos. Es el momento de cambiar, de cortar el nudo que otros ataron para no perder el vuelo de la historia.
Buenos augurios. El próximo 24, el presidente Daniel Noboa iniciará un nuevo periodo. Que el Espíritu Santo lo ilumine para que haga un buen gobierno. Tiene la formación académica, la energía y la juventud para cumplir honesta y eficazmente con su misión. Bendiciones. (O)